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Entre el amor y el desamor

Diego Rivas y la Real Sociedad han vivido otro episodio en sus relaciones que se añade a su convivencia de amor y desamor. El manchego fue contratado en julio de 2006 procedente del Getafe. El desembolso fue notable, porque los realistas abonaron el total de la cláusula de rescisión del jugador. Tres millones de euros. El montante de su fichaje creó grandes expectativas que entonces no se cumplieron. Como el panorama se fue haciendo cada vez más confuso, su rendimiento no superó el listón de discreto.


Un año más tarde decidieron cederlo al Cádiz y al siguiente regresó para ser un componente más de la plantilla. El técnico Juanma Lillo se convenció de su valor y apostó por él en el vestuario y en el terreno de juego. Lo mismo ha sucedido con Martín Lasarte que le concedió los galones de titular en la zona ancha del campo.

En estas últimas temporadas "el toro blanco" se ha ganado el fervor perdido de los aficionados. Muchos son los que apuestan por su renovación. Sin embargo, el club no parece dispuesto a prolongar su estancia en la Real. Entienden los dirigentes y la secretaría técnica que ese puesto hoy por hoy dispone de "overbooking", porque hay unos cuantos canteranos con capacidades para desarrollar las funciones que requiere el puesto. Elustondo, Markel Bergara, Illarramendi o Ros están llamados a esa responsabilidad, pero deben responder cuando se les ofrece la oportunidad de jugar y demostrar sus condiciones.

Las últimas horas han vuelto a agudizar el problema de las relaciones. El futbolista asegura disponer de una oferta turca. El Trabzonspor estaba dispuesto a contratarle por esta media temporada y dos años más, pero en la Real no hay un solo documento del citado club que muestre interés por la operación. Sus representantes quisieron acelerar un proceso, con prisas y urgencias, ya que se apuntaba a un inminente cierre del plazo de contrataciones en Turquía.

La realidad era otra distinta porque las fechas ya estaban cumplidas y era imposible operación alguna. Por eso, no entendemos el diseño de la estrategia utilizada por los intermediarios del jugador y del propio Diego. A la vista de los acontecimientos, el club deja claro que sigue con la hoja de ruta prevista. Hasta dentro de un par de meses no habrá decisión oficial, pero todos saben que Rivas el año que viene no seguirá en la Real. Otra realidad parece a estas horas impensable. Y sinceramente, me cuesta creer en milagros.

Iñaki de Mujika