El mundo del deporte vive muchas veces distintas rachas. Unas son estrictamente deportivas y corresponden a los equipos que son capaces de batir récords, ganar muchos partidos seguidos y pasar a la historia por sus éxitos. Los delanteros pelean también por conseguir el mayor número de goles que los porteros intentan detenerlos. Unos y otros incluso reciben premios por sus logros.
Serían las rachas positivas. Otras, sin embargo, nada tienen que ver con la felicidad. Las graves lesiones cortan y truncan de raíz las trayectorias de los deportistas. Las circunstancias muchas veces les obligan a desandar el camino y volver a empezar, conviviendo con las posibles secuelas de las intervenciones quirúrgicas a que se someten para volver a sentirse útiles y competitivos.
En las últimas fechas estamos conviviendo con noticias mucho más serias y comprometedoras para los deportistas. Si hace años, el cáncer que aquejaba al meta del Deportivo de La Coruña y Valencia, Molina, convulsionó el orden futbolístico, en las últimas horas la aparición de un tumor en el hígado del barcelonista Eric Abidal ha ocupado las primeras páginas de periódicos, radios y televisiones. Todos preocupados por el jugador francés, operado de urgencia.
Pero parece que hay también aquí enfermos de primera y de segunda. Todo lo que se haga por ayudarles a superar sus procesos me parece estupendo y recomendable. No obstante, hace pocos días, un jugador del Betis, Miquí Roqué, confirmó en rueda de prensa estar afectado por un cáncer de pelvis. Lo dijo entre lágrimas. Ocupó un espacio pequeño en los medios y su noticia ha quedado eclipsada. El tratamiento informativo no puede compararse, ni los medios ni los recursos. En Sevilla han abierto una cuenta corriente para ayudarle a sufragar el costo del proceso. Los dos son futbolistas y personas.
Aún más cercano queda el ejemplo de Joanes Aierbe, hooker y capitán del Ordizia, a quien se le detectó un cáncer de estómago en navidades y no dejó de jugar hasta el último momento, dando ejemplo, apoyando a sus compañeros y luchando contra su enfermedad. Finalmente, el central del Ceuta, David Cañas, confesó que su ausencia desde febrero se debió a un cáncer testicular, El tumor fue extirpado, el tratamiento ofreció los resultados deseados y prontó volverá al terreno de juego.