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¡Te animaré cuando menos lo merezcas!

Las redes sociales son un invento al que se vinculan millones de personas en el mundo. Estoy entre ellas. La lista de quienes se incorporan a tu territorio de relaciones es cada día más grande, hasta el punto que es imposible dar respuesta a todos cuando llegan los momentos decisivos. El de ayer noche en Anoeta lo era. ¡Cómo no!. Lo he notado toda la semana en las llamadas, mensajes, correos y encuentros con las personas del día a día, esas que te miran y te preguntan, esperando que les digas que sí, que nos salvamos, que somos mejores, que crees en el equipo y que todo va a terminar bien.

Ayer me levanté pronto, demasiado pronto. Abrí el facebook y encontré muchas referencias a la quedada de la Puerta del Sol y, obviamente, al partido de la Real. Frases y más frases, ideas, ánimos, sentimientos, recuerdos. La gente expresa lo que lleva dentro y desea fervientemente que eso ayude a crear un clima de pasión y apoyo al equipo que lo necesita. De todas esas expresiones leídas y puestas en valor me quedo con la de un chaval de este territorio.

Se llama Inaxio Egilaz. Va a cumplir pronto veinticinco años. Es lo único que sé de él. Ni nos hemos visto, ni hemos cruzado una palabra en nuestra vida. Espero que me perdone por citarle y por compartir en este beaterio lo que colgó en su muro:"Te animaré cuando menos lo merezcas, porque será cuando más lo necesites!!!. Ahora mas que nunca, AUPA ERREALA!!!. La frase no tiene dueño. Alguien la acuñó y desde entonces se comparte en la mayoría de foros de cualquier equipo de fútbol o de otra modalidad deportiva.

A veces tengo la sensación de que los jugadores y el club no valoran realmente el capital humano que les sigue y apoya. Son personas anónimas, que se gastan los pocos euros de que disponen en comprarse una camiseta txuriurdin, una bufanda o una bandera. Son aquellos que se montan en un autobús, se pegan una pechada de kilómetros, simplemente por ser felices con el equipo que aman. Esa es una fidelidad inquebrantable. El paso por Segunda División estos últimos años permitió que aprendiera a valorar y distinguir a las personas que en los momentos de dificultad nunca jamás abandonan a su gente.

Recuerdo un día en Córdoba. Hace poco más de un año. Era de noche. Junto al autobús del equipo, dos chicos jóvenes de Hernani con camiseta blanquiazul esperaban a los jugadores que acababan de perder. Ellos también juegan al fútbol en la regional guipuzcoana. Nos hicimos una foto juntos. Se escaparon entonces para ver el partido sin el permiso de su entrenador. No fue una buena decisión, porque los compromisos y obligaciones contraídas están por encima de todo. Sin embargo, ahí y por esa razón aumentó mi asombro por ambos. En el tiempo he dispuesto de más oportunidades para encontrarme con Iker, un "maixu" al que adoran sus alumnos.

El día de la kalejira previa al partido del ascenso frente al Celta le encontré de nuevo entre las miles de personas que compartían sentimiento. Iba solo. Llevaba una camiseta en la que se leía "Hil arte" (hasta la muerte), allí donde casi todos ponen sus nombres o el de los jugadores favoritos. Desde entonces hemos hablado muchas veces. El viernes cenamos juntos. Traté de tranquilizar sus nervios. Hablamos de relativizar lo bueno y lo malo. Es lo que trato de hacer cada día para que los vaivenes y los sobresaltos no se acomoden en el interior y te destrocen.

Si te quedas en Primera, fantástico. Si la suerte no te acompaña y desciendes, tratas de coger fuerzas para volver a empezar. Esa es la vida y la dignidad, porque cada día da más asco comprobar el grado de putrefacción en el que se mueve la competición cuando llega el final del campeonato. Por eso, me quedo con las personas que merecen la pena, a las que he conocido en las circunstancias más difíciles de los últimos años. Están sin contaminar. Por eso se dejan la vida sufriendo y animando tanto. Como esta medianoche. Era el momento en que se cogió el relevo de la reflexión. Ayer les tocaba a unos. Hoy, a otros, desde la satisfacción por la misión cumplida. El empate dejó contentos a todos.

Iñaki de Mujika