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La buena estrella de Oier Olazabal

Un chaval de Irún que en septiembre cumplirá veintidós años fue el único vasco protagonista de la final de Champions. Era el portero suplente del Barça. Si Víctor Valdés se lesiona, o le expulsan, Oier Olazábal sería impensado protagonista. Entonces, millones de ojos, cámaras y objetivos se fijarían en él. Si eso sucede, es porque está preparado pàra la ocasión y cuenta con el apoyo y convencimiento de su entrenador. 


La sanción a Pinto propició su convocatoria de entre los guardametas del filial, Su nombre está escrito en el acta del húngaro Victor Kassai con el número 38. Es el mismo que figuraba en su camiseta. Camiseta que guardará como recuerdo imborrable, lo mismo que la medalla que colgó de su pecho el presidente de la UEFA Platini.

Siguió el partido en el banquillo detrás del capitán Puyol, el de los grandes gestos. Cada vez que le enfocaban sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y concentración. Saltó con los goles de sus compañeros y participó en el corro de las alegrías finales sin soltar un segundo los guantes. En todas las fotos se escondió detrás de la gran mayoría y agarró la copa con timidez..

Olazábal recaló en el Barça procedente del Real Unión, los clubes de su vida. Un día Juan Carlos Unzué supo de su existencia. Vio en él características de gran guardameta y peleó por ficharle pese a los muchos clubes que se interesaban. Eran los tiempos en que su aitá grababa uno tras otro los partidos que disputaba Oier y que luego repasaba en casa. El entonces preparador de los guardametas blaugranas dijo de él que:

Es como Zubizarreta por su físico, pero diferente a Andoni para jugar en el fútbol de hoy. Además, no transmite nerviosismo y le gusta ser autoritario."

Está viviendo experiencias impagables. Entre ellas, el aprendizaje. Compartir momentos históricos con los mejores jugadores del mundo no está al alcance de la mayoría. Oier debe seguir aprendiendo, creciendo como persona y futbolista. Le queda mucho camino. Y debe seguirlo sea donde sea. Le conducirá la buena estrella, esa que toca a los elegidos.

Iñaki de Mujika