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Del Himalaya a Groenlandia

Estábamos acostumbrados a hablar de ochomiles, de conquistas de grandes cimas, de hazañas en el Himalaya. Pero esta vez, el destino era otro y muy diferente. Groenlandia. Alberto Iñurrategi, Mikel Zabalza y Juanjo Vallejo se embarcaron en una aventura consistente en atravesar todo un territorio, de punta a punta, con la ayuda de trineos tirados por cometas. Dos travesías sobre el hielo, con 6.000 kilómetros de recorrido, con temperaturas extremas con una media de 30 bajo cero.

Han vuelto y han comentado que todo ha sido muy difícil y exigente. Cuando no soplaba el viento, los trineos apenas se movían. Solos ante las dificultades, se encontraron con jornadas inhóspitas en las que apenas recorrían kilómetros, pese a cubrir etapas de 12 horas, montando y desmontando campamentos en situaciones poco gratificantes.

Cuarenta días con sus noches conociendo los riesgos que supone atravesar un territorio en el que pueden aparecer osos polares. La legislación local les obligó a ir provistos de rifles por el peligro que suponen estos animales. Los cien kilómetros diarios que han recorrido han propiciado dificultades. La mayor parte de ellas en el ascenso y descenso de la meseta central en donde surgen grietas, seracs o bloques fragmentados procedentes de glaciares.

Noviembre les espera. Desde aquí hasta entonces se trata de recuperarse y organizar el nuevo proyecto que les llevará a la Antártida. Aprovecharán el verano austral. Dispondrán de setenta días para hacer posible su proyecto. Aquí las condiciones climatológicas serán aún más crudas que en Groenlandia. Les esperan temperaturas que pueden alcanzar los cuarenta bajo cero y vivirán sensaciones varias cuando se encuentren en medio de "La Tierra de la Reina Maud".

Estamos en el interregno de ambas aventuras. Quizás no tengan el "glamour" mediático del Everest, pero a lo visto, creo que no se valora en su justa medida este nuevo logro de personas que como Alberto Iñurrategi, Mikel Zabalza y Juanjo Vallejo han elevado aún más el valor del deporte que aman.

 

 

 

 

Iñaki de Mujika