Saben que los clubes de fútbol que se acogen a la ley concursal salvan los muebles a costa de esa decisión que les permite mantenerse en la categoría aunque no paguen. Ese ha sido uno de los caballos de batalla de la negociación de clubes y futbolistas que secundaron una huelga recientemente.
La cosa ahora puede cambiar porque el pleno del Senado aprueba enviar al Congreso la modificación de la Ley Concursal, que ya recogerá la llamada excepción deportiva, por la que los clubes que se acojan a ella estarán sometidos a la Ley del Deporte y descenderán en caso de impagos. La modificación de la Ley se tramitará en la Cámara Baja por el procedimiento de urgencia, por lo que será definitivamente aprobada durante esta Legislatura, a la que le pocas semanas de gestión.
Esta regulación fue introducida el pasado julio para evitar que los clubes deportivos se escapen en el futuro de las penalizaciones que establece la normativa deportiva para aquellos que no paguen a los jugadores. Hasta el momento, el desmadre permitía que los clubes que no pagan a sus jugadores puedan seguir compitiendo en igualdad de condiciones que sus oponentes, adulterando la competición y castigando de algún modo a quienes cumplen con sus obligaciones.
De este asunto y de otros se ha hablado en la LIGA. Allí estaban citados todos los miembros de la misma. En el aire están los acuerdos televisivos, los contratos, el reparto del dinero y la creación de un plan estratégico que haga de la competición un producto más factible y atractivo que el actual. Los clubes deben paladas de millones porque son muy malos administradores, porque viven muy por encima de sus posibilidades, porque firman contratos imposibles a los futbolistas.
Luego, está el contencioso con las emisoras de radio que se niegan a pagar por la transmisión de partidos. Los clubes cuando firmaron sus contratos y cedieron los derechos radiofónicos no fueron capaces de valorar lo que pudiera venirlas encima. Ahora, que les cae por todas partes, se han encontrado de frente con un hueso difícil de roer. Las posturas se han enquistado y no saben cómo salir del atolladero, porque no tiene ninguna pinta que las emisoras vayamos a pagar lo que se pide.