Marc Cavendish era favorito para adjudicarse el mundial de ciclismo en ruta. Los ingleses lo sabían y trabajaron para ello como en Fuenteovejuna. Uno para todos. Todos para uno. El diseño del circuito en Copenhague olía a sprint que apestaba pese al recorrido de más de 250 kms. Los equipos con especialistas esperaron hasta el final para que la ley del más fuerte se impusiera. Quienes no disponían de un candidato trataron de mover la carrera con escapadas y escaramuzas. Los británicos impertérritos.
Desde el principio hasta el final aguantaron todo. Cuando hubo que poner marcha la pusieron. Cuando defenderse, contraatacaron. Cuando atacar, jugársela. Funcionaron como equipo sin errores. Llegada la hora de la verdad prepararon el camino de su principal baza. Este no falló, Aguantó el postrer ataque de los más fuertes, de aquellos que no podían superarle en un sprint puro. Lejos de sucumbir creció y enseñó la rueda trasera a todos sus rivales en la línea de llegada. Cavendish subió a lo más alto del podio como tantas otras veces.
Estamos a pocos meses de la cita olímpica de Londres y los ingleses han enseñado sus armas. Si lo de Dinamarca ha sido un ensayo general, lo han bordado. No parece que el circuito que diseñen para los juegos de 2012 vaya a ser muy diferente. Probablemente también lleguen unos cuantos a los últimos metros para resolver las medallas que entonces estarán en juego.
En su mente, estoy seguro, aparecen los nombres de posibles candidatos, Los mismo que ayer en su mayoría. Se hablará también de Oscar Freire como tantas otras veces. Da la sensación de que cada vez que compite está obligado a ganar. Luego queda el noveno y lo venden como desastre o decepción. Si ha ganado unas cuantas veces, es previsible que deje de hacerlo, aunque solo sea por el paso de los años y por la aparición de ciclistas emergentes que están en mejor condición que él.