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Viernes sin fútbol

Hemos llegado al viernes y sorprendentemente hoy no hay fútbol ni de Primera, ni de Segunda, ni de Segunda "B". Se han debido despistar, porque llevan una rachita imparable. De hecho, entre el martes, miércoles y jueves, los equipos de la llamada división de plata recuperaron la primera jornada de liga, aquella que no se jugó por la huelga de los jugadores. Es decir, que después de la novena se ha disputado la inicial y ahora llega la undécima.


No me digan que no es para preocupar. Los responsables del fútbol profesional hace tiempo que dejaron de pensar en los demás para dedicarse sólo a ellos mismos. Es una forma de llamarles egoístas. Este fin de semana en el que se vuelve a cambiar la hora y que de repente a las tres de la mañana de la madrugada del domingo debes poner las dos, nos lleva a otros tiempos, al fútbol en el que jugabas según ordenara la luz natural.

Me refiero a los partidos de Primera, de Segunda o Tercera que se disputaban sin focos, ni luz eléctrica. Era cuando había jornada a las tres y media de la tarde o a las cuatro menos cuarto, porque más tarde se hacía de noche y no era cuestión de que los aficionados encendieran sus mecheros. Entonces, con todos los partidos al mismo tiempo el carrusel tenía sentido porque las ondas se atiborraban de goles coincidentes en medio de una algarabía impagable.

Ahora, las jornadas se parecen más a las procesiones. Los partidos de uno en uno, como los pasos con andas. Depende del ritmo de los costaleros, del peso del trono, de los músicos que acompañan. Lentos, muchas veces parados, haciendo eterno el desfile. Si tienes suerte y alguien canta una saeta te puedes entretener. El fútbol ya ocupa franjas que van desde las doce del mediodía hasta las doce de la noche. Un partido, luego otro, más tarde otro…Necesitan recaudar y no saben cómo.

Está el asunto para protestar. ¿A las doce?. A las doce. El presidente de Osasuna, Patxi Izco, lo ha dejado claro. "Jugar a las doce, no me importa". A mi, tampoco. No pienso ir.

Iñaki de Mujika