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Rubén Beloki

Ruben Beloki ha decidido retirarse. La decisión es personal y muy meditada. Disponía de un contrato en vigor hasta mediados del año próximo, pero entiende que la gente joven debe contar con oportunidades del mismo modo que él las tuvo al principio, cuando debutó como pelotari profesional poco después de los JJ.OO de Barcelona 92 que fue donde nos conocimos.


Fue en la Ciudad Condal donde inició una carrera inconmensurable. Allí ganó el oro olímpico al superar en la final a Philippe Hirigoien con quien mantenía entonces un pulso en aficionados. Debutó con la empresa Eskulari e irrumpió en las canchas con una fortaleza tal que pronto se proclamó campeón, siendo desde entonces el jugador más joven en conseguir la codiciada y cotizada txapela.

Luego, todo se convierte en un largo camino de diecinueve temporadas en las que ha sido capaz de jugar unas cuantas finales, de ganarlas o perderlas. Unas veces por su culpa y otras por extrañas maniobras incomprensibles e inadmisibles. Pero de eso no hablará nunca, porque el de Burlada jamás dijo una palabra más alta que otra, ni ha hablado mal de nadie, ni ha echado la culpa a los demás.

Quizás si hubiera sido más duro con las realidades y más fuerte mentalmente, a estas horas su ya brillante curriculum pudiera haber sido excepcional. En una entrevista reciente en Onda Vasca reconoció que hay cosas que no se olvidan y cuesta mucho perdonar. Pero se queda con lo que le ha hecho feliz, con el disfrute del juego, con la convivencia de sus compañeros, con el respeto de aficionados y medios que le han tratado muy bien.

Confieso mi admiración por Beloki, porque en el tiempo es uno de esos deportistas que dejan huella por su calidad humana, por los valores, por el respeto. Se despedirá en el Labrit, su casa de siempre, pero seguirá vinculado al deporte que tanto le ha dado. Beloki pasa a la historia. Es un grande y además señor.

 

Iñaki de Mujika