elbeaterio.es

¡Quince minutos de vídeo y a loló…!

Undiano Mallenco es un árbitro navarro con estudios y experiencia al que se le está pegando el arroz. Sucede con los colegiados que llegan pronto a la máxima categoría. Suben como la espuma y se desinflan como las burbujas de un mal champán. Ayer decidió expulsar a Gorka Elustondo en una segunda acción que en otros campos y con otros equipos en liza hubiera pasado desapercibida. Falta y nada más.


El sábado en el Bernabeu el almeriense Fernández Borbalán aguantó lo indecible para evitar sangrías precedentes y evitar expulsiones. Y por eso no fue menos árbitro, ni peor. El protagonismo es de los futbolistas porque son los dueños del juego. Los demás miramos y lo contamos. Teixeira ayer en La Romareda dejó que los jugadores decidiesen el partido que ofreció unas cuantas jugadas idénticas y que no llevaron castigo adicional.

El Madrigal fue el escenario de un partido romo, sin maldades ni triquiñuelas. Deportivo al máximo. No necesitaba, ni merecía, que uno de los equipos terminara con diez. Los dos peleaban con sus armas por tres puntos que les venían muy bien para salir de esa zona conflictiva en la que siguen después de empatar. El espléndido gol de Aranburu adelantaba a los realistas y ponía en franquía partido y resultado. Aseados los guipuzcoanos en su juego, se bastaban y sobraban para mantener el control del encuentro.

Pero, llegó la decisión. La Real, con diez. El centrocampista beasaindarra que seguía creciendo en su particular reto de progresar y alcanzar el nivel que todos esperan se fue a la ducha antes de tiempo. Por su culpa y por la intolerancia. Las previsiones de unos y otros debieron cambiar inopinadamente. Todos los procesos se aceleraron. Montanier se atrincheró y Garrido se desbocó metiendo delanteros. De una de las acometidas llegó el empate y el miedo a que todo se fuera al traste. Hubiera sido injusto.

Dicho lo cual, quiero añadir que el partido fue un petardazo y que me volví a aburrir soberanamente. Nunca encontré a un Villarreal tan poquita cosa. A lo mejor a esta hora un punto sepa a poco, porque el contrario sólo apretó cuando se encontró al rival achicando agua por la grieta de la expulsión. Lentos en los procesos, los amarillos parecen agotados, sin chispa y sin realizar aquel fútbol que encandilaba no hace tanto tiempo.

La Real de hoy duerme hasta tal punto a sus seguidores que si un día los anestesistas del territorio se ponen en huelga, bastará ofrecer imágenes de este encuentro a los enfermos de quirófano que seguro se quedan secos en un santiamén. Pudiera suceder también que haya personas afectadas por insomnio que necesiten somníferos. No hay problema. Quince minutitos de vídeo y a "loló".

Los optimistas están encantados porque de los últimos doce puntos en disputa el equipo ha sumado ocho. Si mantiene ese ritmo hasta el final del ejercicio podremos ganar incluso la Oxford-Cambridge. Lo que pasa es que venimos de una racha lamentable que nos mantiene en esa zona en la que cualquier despiste nuevo te vuelve a condenar. Después de semejante recorrido estamos sólo un punto por encima del descenso. Jugamos muy poco, estamos ensimismados y no pasa nada. ¡Sopla!.

Y mañana aparece en el horizonte el torneo de copa que da más miedo que Belfegor, el demonio de cuernos de carnero y patas de lobo. Asusta. Llega el Granada que tampoco está para una cohetería, pero garantiza tensión y dificultades. Jueguen quienes jueguen. Los de Fabri pelearán por un buen resultado que les permita en la vuelta meter la estocada. ¿Los nuestros?. Como a Undiano que a lo mejor se les pega el arroz…

Iñaki de Mujika