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¡He perdido dos tortillas!

No acostumbro a apostar. De hecho no distingo entre la Primitiva, el Euromillón, el Eurobote, el Bonoloto de los jueves, o la tentación de los sábados y domingos. Antes hacía quinielas y esta semana juego papeletas de lotería a la espera de un imposible. Me suelo jugar, eso sí, algún desayuno (café con leche y croissant), un tentempié (pintxo y un vinito) o simplemente un café. A modo de divertimento. Sin más.


Hace un par de meses, más o menos, surgió un debate en la redacción de Onda Vasca respecto de la gestión que Montanier estaba haciendo con lo que se traía entre manos. Eran las jornadas en las que se convivía entre el dislate y el desvarío, cuando las alineaciones y los cambios despistaban al más pintado. Y como quiera que no le ganábamos ni al "Beti Galdu" estaba convencido que el entrenador no comía el turrón.

Desde ese convencimiento me jugué con los compañeros de emisora un par de tortillas de patata a que Philippe no comía el turrón. Nada cambió en el camino. Los malos partidos y los peores resultados se acumulaban sin tregua y la preocupación se fue instalando en los despachos hasta tal punto que comenzaron a diseñarse planes de futuro que hablaban en otro idioma. El "A", el "B" y el "C".

A la espera de acontecimientos, tocaba partido en Sevilla. La salida ante el Betis fue preciosista, con doble ventaja en el marcador. Todo iba por el buen camino hasta que los cambios decididos estropearon el trabajo del equipo. En un santiamén los sevillanos empataron. Aquella olía a culo quemado, pero apareció ese chaval descarado de Ondárroa (el que expulsaron ayer) salvando la cabeza de su técnico y jorobándome una tortilla.

Siete días más tarde, en pleno ultimátum, el Málaga se puso por delante y lo tenía todo de cara para ganar en Anoeta pero el "dúo de americanos" remató la faena apagando jadeos y acezos. Como tres días más tarde al Granada le dieron jabón de resbalar, que yo ganara la apuesta se convirtió en imposible. Y como en El Sardinero mantuvimos la puerta a cero, sumando otro punto, no me queda otra que pagar las tortillas. Una con cebolla y otra sin cebolla, porque tengo algunos compis un poco raritos que les da cosa el sabor de la amarilidácea.

Cuando debutó Iñigo y se comía el mundo era obvio que iba a cometer pecados de juventud. Ayer tocó. Probablemente, muchos seguidores piensen que si el equipo termina el partido con todos a estas horas hablamos de victoria y no de punto famélico que no nos saca de pobres porque los de atrás aprietan. A dos del descenso, aunque a la misma distancia del décimo.

Paralelamente mantengo otro frente abierto. En este caso, profesional. Un conocido entrenador se jugó conmigo unas pestañas en relación al conflicto de las emisoras de radio y el pago del canon por transmitir partidos. Le aseguré que no pagábamos ni por el forro. Se empeñó en defender la tesis contraria creyendo que íbamos a pasar por el aro antes de dos semanas después de iniciarse el campeonato. Han pasado cuatro meses y seguimos igual, porque la estulticia sigue instalada en los despachos que creyeron que a nuestra costa iban a ingresar millones de euros.

¿Qué han conseguido?. Nada, o, si lo prefieren, hacer el ridículo. A día de hoy todos seguimos narrando los partidos, de modo menos satisfactorio. Los oyentes, ustedes, seguidores de los equipos, son los más perjudicados por estas circunstancias. Y así hasta que Sansón baje el dedo o Rajoy cumpla lo prometido en campaña. Aquí he ganado las pestañas con creces ante la incredulidad de quienes pensaban que íbamos a pasar por caja a las primeras de cambio.

 

 

 

Iñaki de Mujika