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¡El jueves a las veintidós, o cuando se les ponga!

Traté de encontrar ayer quién fue el primero que se atrevió a decir "misión cumplida". Busqué por los diversos caminos de Internet pero ninguna de las respuestas satisfacía mi curiosidad. Creí que en el cine algún militar confirmaba al mando superior que la operación había sido satisfactoria. Pero, no. Las referencias eran reales y situaban al general chileno Palacios en el palacio presidencial en el que residía Salvador Allende. No me apetecía esa historia, tampoco las de Juana de Arco, o Juan Bosco. Ni siquiera la de Tom Cruise en la escalada al edificio más alto del mundo. Quería una historia hermosa de soldados que superaban todas las dificultades que encontraban en el arduo camino hasta conseguir el objetivo.


Pretendía crear escribiendo un paralelismo entre la conquista de la ficción cinematográfica con la propia de la Real Sociedad en su eliminatoria ante el Mallorca y el previsible paso al frente que tras los dos goles de ventaja del partido de ida iban a dar anoche los de Montanier en Son Moix. Desde que se realizó el sorteo, se pergeñó el camino y se hicieron los cálculos, el futuro se diseñaba paso a paso, partido a partido, sin precipitaciones y con convicción.

Parte del personal andaba con la mosca tras la oreja. No era para menos. Cuando acudimos a Los Cármenes con una renta que ya no te la dan ni en bolsa, estuvimos a punto de echar por la borda los goles de colchón y la esperanza de la grada. Fue entonces, cuando el técnico francés intuyó que se le venía encima un tsunami y apostó en el tramo final del encuentro por incorporar a varios notables que estaban sentados a su lado, que reaccionaron a tiempo, marcaron un tanto y oficializaron el pase a octavos y endulzaron el periodo navideño.

Después de los polvorones, llegaron Mallorca y Osasuna. Los dos con sus proyectos personales. Los baleares, con muchos cambios y poco arrojo, ofreciendo una imagen diferente a la que se preveía, porque los equipos de Caparrós disponen de músculo. Los navarros se atrincheraron y salvaron un punto de misericordia. En ambos casos, la Real apostó por una mayoría simple de jugadores que repitieron partido y compromiso. Con tres días de reposo, dos encuentros de exigente esfuerzo. Esta vez, sólo dos días, un viaje y otro partido que era de confirmación, como el sacramento en el que el obispo te da un cachete.

Entendiendo que no era posible seguir tirando de la misma teta de la vaca, Aranburu, Griezmann y Agirretxe tomaron descanso de salida, el mismo que concedió a Mikel González que ni siquiera entró en la lista. A la vista del "once" pareció que era una buena oportunidad volver a ver a Iñigo Martínez de titular, a Xabi Prieto desde el principio, a Ifrán de avanzadilla y a Vela en una zona más natural con sus características de zurdo, además de Eñaut bajo los palos.

Caparrós cambió más de la mitad de los jugadores que perdieron en Anoeta y se la jugó, de salida, con gente de ataque como Chori Castro, Hemed o el debutante Ogunjimi, enviando un mensaje, ajeno a la renuncia, de sus claras intenciones de intentar la remontada. No dudábamos en absoluto de que fuera a ser de ese modo. Sin embargo, el inicial gol de Ifrán y los minutos posteriores no vaticinaban el cruel final que supuso la goleada mallorquina. Por muchas vueltas que le dé soy incapaz de encontrar respuestas al atolondramiento general que nos llevó a semejante descalabro. Lo teníamos en la mano y lo perdimos lamentablemente.

La responsabilidad es de los dirigentes y es a ellos a quienes corresponde tomar decisiones. Supongo que la noche habrá sido larga, de insomnio para muchos y de profunda reflexión, pero a día de hoy, la única realidad no virtual es que este equipo está fuera de la Copa, ha ganado cuatro partidos de liga y a dos puntos del descenso. Nada más, ni menos. El resto pájaros y flores y quien no lo quiera ver, allá él.

Soñábamos con estar en cuartos, con jugárnosla contra el Athletic, incluso con llegar a la final. Preocupaba a la feligresía la posible fecha de la ida en cuartos y se especulaba con el hecho de que ese encuentro se anunciara en jueves y a las veintidós, dos horas antes de la izada. Como nadie fue capaz de afirmar "misión cumplida", que pongan la hora que les apetezca.  

 

Iñaki de Mujika