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La cure gourmande

Los paseos sin destino muy concreto te ofrecen sorpresas al paso. La parisina Rue de Saint Honoré, además de recordarme una tarta de ese nombre, separa el Louvre con el edificio del Consejo de Estado. Hace mucho frío, pero nos hacemos fotos en la fachada artística del museo y alrededor de la famosa pirámide acristalada. Nada más doblar el edificio de la Comedie FranÇaise nos encontramos con una fuente que ya ha formado pequeños carámbanos. Seguimos unos pasos y desembocamos en la Rue de l’Opera, al final de la cual se levanta gigantesco el Garnier.


Parece que está cerca pero el paso es lento, nos paramos en los escaparates, comentamos las cosas y los precios. Recordaba el Café de la Paix, allí en donde pagamos setecientas pesetas por una botella de agua el año del Mundial de Francia sentados en una terraza un día de julio. Quería que Iker, mi fantástico guía, conociera uno de los lugares más emblemáticos de París.

En cuanto traspasamos por el umbral se inicia un viaje hacia el pasado, hacia 1862 el año de su inauguración. Ocupa la planta baja del Grand Hotel, diseñado para recibir a los visitantes de la Exposición Universal de 1867.

Allí han sucedido muchas cosas a la lo largo de la historia. Por ejemplo, la primera transmisión de televisión en directo desde Francia a los Estados Unidos con un programa titulado "This is Paris »  protagonizado por Yves Montand, Maurice Chevalier y Henri Salvador. A lo largo de los años se ha dado cita mucho famoseo: Orson Welles, Guy de Maupassant, Massenet, Oscar Wilde y Marlene Dietrich que en la década de los cincuenta creaba tal expectación que obligaba a los camareros a buscar rutas alternativas por las que llegar a la barra y atender a las mesas.

Nos sentamos en el pequeño mostrador, porque no hay una sola mesa libre. Dejas volar la vista por lámparas, alfombras, espejos, hermosos frescos, artesonados dorados, muebles estilo segundo imperio. Hay más personal que clientela. La cerveza de Iker viene acompañada de unos frutos secos. Mi café noisette (cortado) sabe a café. Lo uno más lo otro, trece euros. Subiendo unas escalinatas, accedes a los servicios que en nada se parecen a lo que acostumbramos. Una señora te saluda y te señala el camino. No falta detalle.

Vivida la experiencia llegamos a tiempo antes de que cierre Galeries Lafayette. El edificio de la izquierda es sólo para hombres. Como estamos en rebajas queremos aprovechar. Encuentro una camisa que me gusta, igual que Iker  elige una hermosa bufanda de lana granate. Pasamos de largo por la atractiva sección de gastronomía (no iba a venirme de vuelta con quesos) y celebro que sean las ocho de la tarde y casi nos echen porque se cierra. ¡Amenazaba ruina!.

De vuelta al parking, esta llegó en "La cure gourmande", una locura envuelta en chocolate. Lo único que lamento es no haber sacado fotos de la tienda, situada en la calle Ópera 49. Cayeron en la bolsa, un par de tabletas de chocolate, dos paquetes de naranja amarga envuelta en chocolate, un bote de cristal verde relleno con aceitunas con chocolate de colores y dos cajas metálicas con Biscuits rellenos de chocolate. Una de ellas sirvió de postre para los compañeros de Iker en Tremblay después de una cena en la que se juntaron todos en su casa. Salí de la tienda, feliz, como un niño con zapatos nuevos. Recuerdo dónde y qué cenamos ese día, pero si lo cuento desentono.

 

Iñaki de Mujika