elbeaterio.es

¡Por favor, el sándwich sin pepinillo!

Echo en falta los viajes de la liga. No tanto por los partidos que casi los conozco de memoria, sino porque en algunas ciudades existen lugares de visita obligada. Artísticos y reparadores. Desde tiempo inmemorial comerme un sándwich ha sido una debilidad. Cuando era quinceañero, nos sentábamos en una mesa a merendar una coca cola que las chicas generalmente acompañaban con tortitas con nata y los chicos con un relleno entre pan de molde. El mixto de jamón y queso era la tradición más socorrida, quizás porque todavía las cartas de las cafeterías  no iban mucho más allá del vegetal.

El tiempo amplió y varió la oferta. Aparecieron el habanero, el sándwich club, el noruego y lo que en cada casa dispongan. Hubo un momento en el estuvieron de moda los que contenían varios pisos. Comerlos constituía un ejercicio de habilidad. Cabía de todo: lechuga, tomate, mahonesa, bacon, pollo, jamón, huevos fritos, salmón…Hoy cuestan más de siete euros. Pero nada como los emparedados de Rodilla. Hablamos de una cadena de establecimientos especializados. Alguien tuvo la feliz idea de abrir una tienda, que luego se ha multiplicado por no sé cuántos para ofrecer sus muy solicitadas creaciones.

Y allá voy. A comprar una docena, o más, cada vez que piso Madrid o Alicante. Elijo un surtidito. Me apasionan los de queso con nueces, los de atún queso, nueces y oporto, los de salami, los ahumados, los de champiñón-piquillo. Permanentemente está innovando y el interés del público es el que decide si éste o aquél siguen permaneciendo en los mostradores. La última creación habla de “bacon a la carbonara”. Ando loco porque llegue el momento de poder probarlo. Incluso, si entras en la web, puedes votar según los gustos. Suelo hacerlo de vez en cuando para que cuando tenga la oportunidad de ir no hayan desaparecido los que más me gustan. Cualquiera que no cuente con el amargo y repetidor pepinillo. ¡Golosón!.

A veces tengo la sensación de que nuestro equipo es un poco relleno de sándwich. Tenemos una rebanada por la izquierda (Bilbao) y otra por la derecha (Pamplona). Sus equipos andan que te mueres. Juegan bien y ganan. Los de Bielsa cautivan por su velocidad, juego y resultados. Los de Mendilíbar, porque saben explotar al máximo sus virtudes, sobre todo en casa. Ambos se encuentran a salvo de cualquier contingencia. Están en lo alto de la clasificación y son fiables. Miran a Europa con descaro.

El contenido en medio de las tostadas esla Real.Aveces es un mal jamón, con queso de barra insípido y margarina barata, que hacen un bocado poco atractivo. Otras veces ponen sobre la miga delicatessen, creando un sándwich delicioso, sugerente a la vista y sabroso al paladar. Últimamente, en Anoeta, se han mostrado solidarios con la parroquia, a la que han ofrecido partidos con victoria que es lo que se necesita para que el negocio vaya bien y la clientela en lugar de pasar de largo por el escaparate, se pare y entre.

Así, con la esperanza de seguir creciendo, nos fuimos a Getafe. Se planteaba ese encuentro como una oportunidad de apuntar a lo alto. ¡No son más que nosotros!.El primero de los tres encuentros de la semana se presentaba al alcance. El técnico francés movió peones, pensando en las citas próximas, reservando artillería y temple. Salió sin delantero centro referente del ataque y el equipo falló todas las ocasiones que había sido capaz de crear.

Los realistas dominaban todas las parcelas del campo. Atrás no pasaban apuros, en el medio se imponían y arriba, pese a llegar un montón de veces, faltaron tino y puntería. No era ilícito pensar quela Realestaba haciendo uno de los mejores partidos lejos de Anoeta. El gol debía llegar con los que estaban o con los que accedieran al terreno en busca de un triunfo que merecían. Sin embargo, el fútbol acumula historias en el tiempo que se repiten con machacona insistencia. Hay frases de argot, esas que los aficionados conocen de memoria. Una de ellas sobrevive por encima de las demás: “El que perdona, la paga”.

Fue además de modo cicatero. Los madrileños lograban el tanto sin rematar. Demasiado tarde para reaccionar y para tratar de volver a empezar, sabiendo que las fuerzas flaqueaban y que el reloj jugaba en contra. Pasados los minutos, Borbalán pitó el final y dejó a los realistas compungidos, sin premio al esfuerzo. Quizás faltó arriesgar cuando los azulones daban sensación de no poder más, pero eso sería entrar en el debate habitual del día después y sinceramente estoy un poco cansado de que el sándwich esté apachurrado, lleve pepinillo y no podamos darle un par de buenos bocados que sepan a gloria, porque siempre falta algún ingrediente.

P.D: Quiero saludar a las gentes del rugby, a quienes ofrecieron un espectáculo como el de ayer por la tarde en Cardiff, a los galeses que han ganado un torneo de prestigio saliendo con todo, sin miramientos.

Iñaki de Mujika