La pelota, como tantos otros deportes, es terca. Se obstina muchas veces en llevar la contraria a quienes la practican, a los que apuestan por un resultado convencidos que no cabe otra posibilidad. Como la realidad es también tozuda, el frontón se llena de alegrones, sobresaltos y tanteadores inesperados.
Lo último de lo último lo han protagonizado Ives Salaverry “Xala” y Aritz Laskurain que dieron un golpe de mano en el decisivo partido de semifinales del Campeonato de Mano por Parejas al derrotar (22-18) a los favoritos Olaizola II-Beroiz, quienes habiendo ganado catorce partidos, todos, menos los dos últimos se quedan fuera de la final sorprendentemente.
Los pronósticos les favorecían, pero en este deporte está claro que la teoría no se corresponde con la práctica. Las dos empresas pusieron en liza sendas parejas para llegar a la final y ganarla. Aspe dispuso a Irujo-Barriola. Asegarce hizo lo propio con Olaizola II-Beroiz. Resultado, la final la jugarán Titín-Merino II vs Xala-Laskurain que pondrían el titular de los “planes imprevistos”.
Lo que quiere decir que por primera vez en mucho tiempo no habrá un navarro en la final. Desde 1999 lucharon por la txapela los Beloki, Oscar Lasa, Fernando Goñi, Patxi Ruiz, Pascual, Irujo, Eulate, Zubieta, Aimar Olaizola…pero esta vez el ganador vendrá de otra geografía, aunque de la misma empresa porque las dos parejas finalistas pertenecen al cuadro de Aspe..
Se llega a este escenario porque en el partido decisivo las manos de Beroiz no aguantaron el castigo al que le sometieron sus rivales. Todo iba a pedir de boca para los derrotados que llevaban una ventaja muy cómoda (7-16) que no hacía presagiar el desenlace final. Hasta los apostantes se quedaron sin ganas porque los números eran elocuentes.
El partido dio un vuelco total porque el zaguero de Huarte sintió que su mano derecha no estaba como debiera. Los tantos comenzaron a caer del otro lado y el asunto se igualó y las gradas que parecían dormidas comenzaron a rugir al tiempo que Xala-Laskurain enviaban atrás pelotazo va y pelotazo viene. Los intentos de Aimar Olaizola por evitar la sangría y la derrota no fueron suficientes. La pelota, terca como una mula, se quedó sola, agotada en su rincón.