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Una más de árbitros

Lo que sucedió en Granada este fin de semana no se sostiene, porque la respuesta que algunos jugadores del equipo andaluz de fútbol ofrecieron al mundo no se corresponde con lo exigible. Ni los insultos, ni el botellazo a la cara del aragonés Clos Gómez. Si el deportista recurre a la violencia pierde la razón y los argumentos.

Dicho lo cual, conviene no perder de vista que en la última visita de este árbitro a Los Cármenes, uno de sus linieres recibió un paraguazo. Suspendió el partido, se debió jugar lo que faltaba a puerta cerrada, y los hechos recogidos por las imágenes se guardaron en las retinas.

Cabe por tanto preguntarse, qué criterios siguen los que designan los colegiados para enviar al mismo árbitro al escenario del desafuero. Cómo es posible que jugándose lo que se juegan, elijan a un árbitro aragonés, de Zaragoza, ciudad cuyo primer equipo está también, como los granadinos, implicado en el descenso. Si hace lo que hizo se la montan en Granada. Si hubiera pitado equivocadamente a favor de los locales, no vuelve a su casa.

¿Cómo es posible que a falta de muy pocas jornadas para el final de la liga, se les ocurra organizar pruebas físicas a los árbitros quienes a estas alturas de la competición están agotados física y mentalmente?. ¿Se imaginan ustedes que los principales colegiados se hubieran lesionado?. No dirigirían partidos de compromiso como los que se juegan en estas semanas decisivas.

He leído la lista de nombramientos de árbitros para la última jornada de liga en Primera. Es para echarse a temblar. Encuentros en los que se juegan la vida van a ser dirigidos por colegiados con poca experiencia e idoneidad. Y muchos de los que han pitado la pasada semana lo vuelven a hacer en la presente.

La organización arbitral está cada vez peor. Lo mismo que el nivel de arbitraje. No recuerdo una temporada con gente tan floja, tan falta de personalidad, tan plagada de errores. Sometidos a la presión de intereses regionales, ni están los mejores, ni se les espera. El problema es que los árbitros han tragado con todo. Se han callado y se han puesto del lado del poder tantas veces que resulta impensable creer en el colectivo y en quienes les gobiernan.

Iñaki de Mujika