Iñaki de MujikaMansour bin Zayed Al Nahyan es el máximo accionista del Manchester City después de adquirir la entidad hace cuatro años por unos 250 millones de euros. Decidió delegar en Sulaiman Al-Fahim como parte visible del grupo inversor. Ambos y todos los demás árabes que les acompañaban en el palco vieron, no sin sufrimiento, cumplido el sueño que circulaba en sus cabezas cuando adquirieron al equipo menor de la ciudad de Manchester.
Lo tenían todo de cara para ganar la Premier League. Jugaban en casa contra un equipo casi condenado al descenso. El Etihad Stadium se atiborró de “citizens”, todos vestidos de celeste. Llevaban esperando más de cuatro décadas para lograr el campeonato.
Los de Mancini, con gol de Zabaleta, se adelantaron en el marcador ante un Queens Park Rangers que permanecía atrincherado atrás sin dar señales de vida. Pero el fútbol es grande por inesperado. Una cantada del central Lescott permitió a Cissé empatar y una contra ya en la segunda parte habilitó a Mackie para adelantar a los visitantes.
Paralelamente, los reds, el eterno rival ganaba en la cancha del Sunderland. El sueño se venía abajo. Quedaban cinco minutos para el final. En la prolongación se produjo el milagro. Primero Dzeko nivelaba la contienda y el Kun Agüero salvaba los puntos y otorgaba a su equipo el título de liga ante la incredulidad de los de Ferguson que se veían campeones y la del City cuya afición se veía sumida otra vez en la decepción.
Si existe la crueldad ésta apareció en el desenlace final de la Premier. El milagro, también y las preguntas. El Manchester United se va de vacío después de muchos años ganando torneos. Ferguson ve crecer de cerca al rival que le bate. ¿Cambio de ciclo y tendencia?
