En la distancia y desde la frialdad llama la atención que se discuta la temporada del Athletic y la capacidad de su técnico. En el fútbol de hoy deben reconocerse los valores de un equipo que es capaz de llegar a dos finales aunque luego las pierda. Gustará más o menos el método y el parlamento del entrenador pero los números fríos y las evidencias están ahí.
Ya sabíamos que Bielsa era diferente. Sus conocimientos y la forma de desarrollarlos están por encima de la media. A ello tendrá que añadirse la persuasión con la que convence a los futbolistas que se involucran en el proyecto y en el estilo de juego que propone. El Athletic ha ofrecido esta temporada partidos que han merecido mucho la pena. Eliminar al Manchester United o al Schalke 04 no está al alcance de todos.
El juego atractivo y la emoción llegaron a la grada con más fuerza que nunca. La marea rojiblanca se ha movilizado de enorme manera y ha llegado hasta el final siendo fiel a su equipo, creyendo que las victorias estaban al alcance de la mano y que los sueños podían hacerse realidad. No ha podido ser, quizás porque al equipo le faltó el plus que significa jugar en San Mamés. Las dos finales perdidas se han disputado a partido único y en escenarios diferentes al calor del hogar.
Perdidos los dos encuentros decisivos, cabe la tentación de minimizar el éxito deportivo y social, a la espera de los números que ofrezca la tesorería. Sería injusto. Caben, eso sí, reflexiones. Se podrá hablar del enorme esfuerzo que ha recaído sobre los mismos jugadores. Se podrán analizar la plantilla, las posibles entradas y salidas. Se puede también hablar del entrenador, de su continuidad…pero de ahí a restar méritos al ejercicio realizado…me parece cuando menos excesivo y osado atrevimiento, además de poca lealtad.
En la liga de Primera División conviven veinte equipos. Si quitas a los dos monstruos, y si apuras el Atco de Madrid, ninguno de los demás ha conseguido más cosas que los de Bielsa. Probablemente, los dieciséis restantes firmarían todos los años temporadas tan exquisitas como la del conjunto vizcaíno. Por eso, lo único que puede hacerse a esta hora es valorarla de forma positiva.