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Pisto a mi manera

Se apuntó a cenar en casa un amigo dentista. Decidí pronto el menú. Una ensalada de colores para abrir y tabla de quesos para cerrar. Como es verano y es un plato que me gusta, opté por hacer pisto. A mi manera, que es del modo que un día aprendí y sigo en ello. Para empezar, visita al mercado por la mañana y adquisición de lo necesario, preferentemente pimientos verdes y calabacines.

De siempre y no sé el porqué, uso cazuela grande de barro. El mecanismo es el mismo. Primero, una chorrotada de buen aceite (unas tres cucharas) en el que se pochan la cebolleta y un diente de ajo laminado.

Después, los pimientos verdes (no le añado nunca rojos). Los echo en la misma cazuela, pero hay gente que los saltea aparte. Todo sigue su curso a fuego lento. Añado luego el calabacín, partido en dados no muy grandes, y alguna vez berenjena (últimamente, no).

Cuando todo lleva su camino y está bastante hecho, añado un bote de tomate natural, un puñado de sal  y sin subir el fuego lento dejo que se hagan unos quince minutos aproximadamente. Es entonces cuando pruebo el plato. La última vez, debido a la acidez del tomate, recurrí a un “si es no es” de azúcar que viene muy bien para aliviar y dejar el plato equilibrado de sabores.

El lío llega siempre con los huevos. He probado de todo. A veces fritos en una sartén, servidos en el plato con el pisto al lado. Otras, escalfados en la misma cazuela sobre el pisto. Y también, rotos y mezclados con el resto de las verduras. Elige el modo que quieras.

Me niego, eso sí, a echarle perejil y a poner unas rebanadas de pan frito para decorar. Alguna vez agregué un punto de vino dulce o de cognac. Sin pasarme. Al final queda un gustito, pero…No quiero presumir pero sabe rico y se come en un santiamén. Como es fácil de cocinar, te lo sugiero.

 

Iñaki de Mujika