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¡Cucúrbita pepo!, o calabazas si prefieres

La primera actuación liguera del segundo periplo de Montanier y los suyos se citaba anoche en la cancha del Barça. Presencia con más incógnitas que una ecuación de segundo grado. Coinciden en esta época la falta de rodaje, la talla del rival y su real estado de forma, los ritmos, el horario, la temperatura, el sofoco, el miedo escénico, la respuesta de los debutantes, el ajuste de líneas, la convicción, la sensación de que todo comienza pronto…Demasiadas cuestiones para saber si el equipo es capaz de dar la nota o trastea con una faena de aliño.

Es lo que hacíamos los alumnos de letras con las impuestas asignaturas de ciencias. Superada la reválida de cuarto nos obligaban a elegir entre una cosa y la otra. Tiré de latines, lenguas, geografía, filosofía e historia y pretendí no encontrarme en la vida con la física, la química, la biología y sus alrededores. ¡Y zas!. A la primera de cambio nos enchufaban unas Ciencias Naturales, cuya enseñanza corría a cargo del hermano Severino María. Gastaba poco en sotanas porque era muy bajito. Sentado en la silla no llegaba con los pies al suelo.

Se esmeraba en conquistarnos mostrando bichos en formol, minerales brillantes, esqueletos, colecciones de mariposas y otras lindezas. Como entonces había que aprenderse todo de memoria, los papagayos, a base de repetir lecciones en alto, se convirtieron en protagonistas. De aquella asignatura recuerdo tres nombres. Las cosas debían saberse en castellano y latín. Así que la enfermedad del sueño, además de serlo, venía acompañada de un “trypanosoma gambiense” que le otorgaba énfasis y más peligrosidad.

Entonces no bebía cerveza, pero el nombrecito de la levadura que la integra quedó anclado en lo más recóndito de la memoria. El “Saccharomyces cerevisiae” sonaba angelical cuando en un examen oral debías pronunciarlo y explicar las ascosporas haploides ante la atónita mirada de la concurrencia.

Pero, sin duda, con el nombre que más disfrutaba era con la versión latina de la calabaza.  “Cucúrbita pepo”. Obviamente, de la familia de las cucurbitáceas y relacionada, no sé el porqué, con los suspensos que los alumnos acumulaban en las notas por debajo del cinco que a veces adjetivaban como “raspado”. Luego te llevabas otras calabazas, noes rotundos, cuando pretendías ligar y te mandaban las niñas mojigatas a tomar por donde amargan los pepinos que, casualmente, también pertenecen al grupo de cucurbitáceas.

Por eso, porque suponía que el Barça nos mandaría a hacer puñetas del modo y manera que acostumbra, afronté muy relajado el partido del Camp Nou a la espera de acontecimientos, viendo venir. Que si homenaje al “dream team”, que si nuevo túnel fantástico de vestuarios, que si…Montanier se decidió por lo clásico. Los de atrás, los previstos, con José Ángel en la recámara. Los del medio, esos locos bajitos. Adelante, la línea de tres, sin “9” explícito como tantas otras veces. Vela y Agirretxe dando palmas en el banquillo además de Rubén Pardo con el que se contaba en las previas.

Tito Vilanova sorprendió con Tello en la izquierda y sin Iniesta. Puyol y Mascherano en el centro de la zaga, sentando a Piqué. Movimientos, tal, vez, pensando en la ida de la Supercopa. Diseñadas las estrategias y elegidos los futbolistas, pitó González González y a los tres minutos ya apuntaba en el acta un gol de los locales, de Puyol y de cabeza, para que no se nos olvidara que sigue estando ahí cuando se le necesita.

Después vino la mejor jugada de los realistas que aprovechó Gonzalo Castro. No dio tiempo ni a relamerse. Messi en cuatro minutos castigó la osadía con dos goles y el partido se acabó cuando apenas llevábamos un cuarto de hora. Los tantos de Pedro y Villa redondearon la manita y la sensación de que los realistas estaban muy lejos de plantar cara, de mantener la posesión del balón y de sorprender a Valdés, aunque fuera de vez en cuando.

Los últimos días nos ofrecieron una cadena de declaraciones, animando a creer que en una primera jornada de liga, cuando el rival no está puesto (es un decir) existían reales posibilidades de sorprenderles. Querer no es poder. La realidad es tozuda y machacona. La Real corrió y corrió tras el rival y el balón que es lo mismo que vaciarse para nada.

Hace mucho tiempo que a estos partidos les doy muy poco valor. Si sales a defender y a los tres minutos pierdes y al cuarto de hora estás fuera, sólo cabe reflexionar, pensar en lo que se hace mal y tratar de mejorar. Suelo abrir paréntesis, meto dentro el encuentro y cierro el paréntesis. Salvable, lo que se dice salvable, muy poco. El debut en el Nou Camp fue pobre y concluyó con una retahíla de suspensos, o de calabazas si prefieres.

 

Iñaki de Mujika