elbeaterio.es

Reloj, no marques las horas porque voy a enloquecer

Han pasado muchos años desde que a unos cuantos enviados especiales, en la misma semana, nos tocó hacer frente a un partido europeo de la Real en Alemania (Colonia) y del Bidasoa en Holanda (Hemmen). Entonces transmitíamos las emociones con tecnología de la antigua observancia. Llegábamos a todas partes y sacábamos los partidos adelante. No existía ni PPV, ni canon, ni pagos adicionales, ni nada parecido a lo que ahora nos rodea, Por cierto, en aquel partido del Rhein Stadion, al descanso, una amable azafata se presentó con una bandejita en la que había café, té y pastas. ¡Joder, cómo ha cambiado el cromo!.

Como entre un partido y otro sólo había dos días de diferencia, lo más razonable era trasladarse directamente desde un lugar al otro. Optamos por ir en tren que era un medio de transporte cómodo, fiable, seguro y razonable en precio. Acudimos a la estación, No hablábamos ni papa de alemán. Preguntamos, nos entendieron y sacamos los billetes. El tren salía de un andén a las 11.37 y anunciaba también con exactitud la llegada a Amsterdam, punto de destino desde el que luego nos dirigiríamos al hotel de concentración del equipo irundarra.

Cuando vimos la hora de llegada del tren a la estación de Colonia, y la de salida, no pudimos hacer otra cosa que sonreír. En aquel tiempo aquí circulaban los trenes de la Renfe. Salías y llegabas, pero en el camino…vaya usted a saber. Por eso, aquella puntualidad exquisita nos llamaba tanto la atención. El tren entró por la Vía 3 (esto me lo invento porque no tengo tan buena memoria) a la hora anunciada y continuó trayecto conforme a lo previsto. Fue entonces cuando descubrí que la puntualidad en los viajes de tren no era ni quimera, ni utopía.

El “timetable” sonaba a raro, pero fue real. Aquí, a las orillas del Urumea, con los vientos frescos del Cantábrico o los cálidos del Adarra, la Real jugó anoche en horario novedoso. Como si fuera un tren de aquellos alemanes, la pelota comenzó a rodar a las 19.50 horas. Veinte minutos más tarde de y media y diez antes de las en punto. Es decir, cuando se le pone en los santos coleos a quien decide los horarios. Hemos jugado a las doce, a las cuatro, a las cinco, a las seis, a las siete, a las ocho, a las nueve y  las diez. Incluso creo recordar que a las diez y media u once de la noche en Valencia, cuando los calores apretaban. Pero a menos diez, jamás.

Como para todo hay una primera vez, ya podemos añadir a la historia este hecho puntual. In illo tempore, sin focos artificiales ni televisión, dependíamos de la luz solar. En el crudo invierno, tres y media, cuatro menos cuarto, cuatro, cuatro y cuarto, y media y a las cinco. Y no había más. Ahora si quieres hacer planes la tienes clara. Así que entre luces y sombras los de Montanier recibieron a la muchachada maña tres semanas después de ganarle al Celta en Anoeta.

Sin XP, ni RP, ni Elus, ni Castro, ni algunos más, Montanier vio más claro el panorama, porque no contaba con muchos recursos para volverse loco. Así que sacó un “once” que intuía la mayoría. Los aragoneses cambiaron cromos habituales. Sapunaru y Babovic podrán contar a sus hijos y nietos que un día, jugando la liga de Primera, debutaron en Anoeta.. Lo mismo que Javi Ros que dispuso de unos minutos cuando su equipo ya ganaba gracias al remate de Iñigo Martínez y al penalti de Carlos Vela. Pero antes de que eso llegara, nos comimos un tostón, que no merecía premio. Es difícil jugar menos y sacar más, porque cuando a los diez minutos del segundo periodo estaba instalado en el marcador el resultado final, la feligresía celebraba el camino de los puntos aunque fuera con un fútbol paupérrimo.

O sea que iniciando el partido a menos diez, la fortuna no te abandona. El fútbol, sí. Y para que no digan que siempre vemos lo malo, quisiera destacar lo aseado del trabajo defensivo, con la seguridad de Bravo y los centrales, atentos a cualquier contingencia. Eché en falta más subidas de los laterales, pero eso es a estas alturas mucho pedir.

El domingo volveremos a las cuatro de la tarde que es una variante dentro de la juerga que se han montado los operadores o quien sea. O dejan las horas quietas de una vez. o enloquezco.

 

 

 

Iñaki de Mujika