Voy a contarte una historia que, si la alargamos en el tiempo, se convertiría en una novela por entregas. Conoces de sobra que la Real Sociedad ganó en Mestalla al Valencia por 2-5. Resultado que conllevó la protesta de buena parte del público y la posterior reunión del consejo que decidió cesar a Mauricio Pellegrino. Eso sucedió en torno a la media noche del domingo.
El presidente Manuel Llorente compareció con cara de pocos amigos dejando entrever un claro rictus de tristeza. No habían pasado veinticuatro horas cuando el “run run” situaba en el banquillo ché a Ernesto Valverde. Para entonces ya se habían reunido en Zaragoza. Y no trascurrieron cuarenta ocho horas antes de ser presentado. A esa hora, el semblante del primer mandatario era sonriente y daba la sensación de que nada hubiera pasado. Ciertamente reconoció que habían fracasado y que ese momento no era de fiesta.
Entre ambos hechos, la rueda de prensa de despedida del entrenador cesado que consideraba injusta la decisión. Igualmente, la comparecencia del capitán Roberto Soldado asumiendo la culpabilidad de la plantilla y la responsabilidad de la situación.
Uno de los pesos pesados del vestuario, David Albelda, que ha visto desfilar por el vestuario valencianista a decenas de individuos, no dudó en afirmar que “quien marcharse que se vaya”, casi coincidiendo con la voluntad de Gago que ha solicitado salir del club tras la salida del técnico que fue el valedor de su fichaje.
¿Es o no una novela por entregas?. Ese es el panorama que se encuentra Txingurri Valverde a su llegada. Firma por seis meses y niega que tenga ningún acuerdo de futuro con el Athletic pese a los muchos rumores que circulan desde hace tiempo.
El nuevo entrenador cree en sus fuerzas y en la buena fortuna. El equipo está en Champions, en Copa y con mucha liga por delante. Por tanto, todos los frentes abiertos. Acude con un bagaje de éxitos en el Espanyol con quien jugó una final de UEFA y los triunfos en la liga y copa de Grecia como responsable del Olympiakos. Tiene una espina clavada por su paso en Villarreal, pero conoce de sobra los entresijos de la competición y los retos que le esperan.
Valverde sabe que le llega la oportunidad a orillas del Turia tras un plan fallido. Le ofrecen seis meses de contrato y acepta. En ese tiempo deberá demostrar que está capacitado para mayores empresas y sobre todo templar los egos de muchos jugadores. Triunfar en Valencia está al alcance de muy pocos.