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Es cosa de uno

La primera vuelta de la liga concluye con un Barça imperial y sus perseguidores tocando palmas, sobre todo el Real Madrid que se ha dejado en el camino dieciocho puntos que constituyen la desventaja respecto del conjunto catalán.  Una enormidad que confirma la diferencia entre ambos conjuntos. Mientras los de Vilanova van a lo suyo con disciplina rigurosa en los procesos, el conjunto merengue es un polvorín por culpa de su técnico.

No sé si porque necesita desviar la atención para que la gente se ocupe menos del ridículo que están haciendo o porque le gusta montar guerras, lo cierto es que el papel de Mourinho y los suyos no se justifica de ningún modo. Menos aún si nos atenemos a las inversiones en fichajes.

 

Hasta tal punto el papel es vergonzoso que habría que tirar muy atrás de las hemerotecas para comprobar además que el eterno rival, los colchoneros del Atlético, le sobrepasan en siete puntos. Dicen que la apuesta personal del entrenador portugués pasa exclusivamente por ganar la Champions lo que conllevaría conseguirla con tres equipos diferentes.

El entrenador ha decidido no hablar hasta que llegue la eliminatoria con el Manchester United.

Mientras tanto, el Barça bate records por todas partes. Ha conseguido ganar 18 partidos y empatar uno, es decir, sumar cincuenta y cinco puntos en una vuelta. La mayoría de equipos no alcanzará esa cantidad en todo el campeonato.  Llevan con mucha dignidad la enfermedad grave del entrenador y la fortaleza del grupo parece estar por encima de todas las cosas. Todos juegan su rol de modo intachable. Había dudas sobre lo que pudiera significar la marcha de Guardiola. A esta hora parecen claramente disipadas.

Si en los últimos años nos hemos hartado de decir que la liga es cosa de dos, ahora es de uno. Y eso no hay quien lo soporte, si tomamos en consideración otras ligas como la inglesa, italiana, alemana o francesa en donde aparecen más aspirantes que en este desierto.

Los sesudos pensadores que gestionan la competición deberían darse cuenta de la poca emoción que nos queda, del descenso notable de espectadores a los estadios, de la bajada sensible de la recaudación en las quinielas y del desastre horario al que someten a la sufrida afición.

 

 

Iñaki de Mujika