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Los gozos y las sombras

Nada hay más grande en el deporte que la victoria. Desde el tiempo de los griegos hasta nuestros días, el triunfo ha premiado el esfuerzo y reconocido los méritos de los practicantes. El podio en su cajón más alto está al alcance de muy pocos, de los elegidos.

 

Acabamos de vivir un mundial de balonmano que concluye con éxito notorio de los jugadores y el técnico que les entrena. También de la organización y de la cobertura mediática, sobre todo la realizada por TDP. Mérito indudable el de todos, porque hablamos de un deporte que atraviesa una crisis feroz. Cuesta mucho entender cómo los clubes mal viven y en cambio la selección española es capaz de proclamarse campeona.

En este momento la supervivencia es un reto. Quedan atrás los patrocinios de constructores, entidades bancarias u organismos oficiales que se han bajado del barco, dejando en cueros a la mayor parte de los equipos, algunos de ellos ya desaparecidos y otros camino de hacerlo, porque el profesionalismo es inviable.

Quedan dos sociedades dependientes del fútbol: el Barça y el Atco.de Madrid. Luego, un par o tres de notables que aún pueden fichar jugadores para reforzarse. Los demás, que son mayoría, completan como pueden las plantillas. El nivel de juego baja considerablemente y los mejores jugadores se van al extranjero. Francia y Alemania son los destinos preferentes.

Hablamos de un deporte con atractivo. Lo confirma la presencia de miles de espectadores en las sedes y más de 13.000 en la final del Sant Jordi. Tampoco ha sido menor el share de televidentes que han reforzado la apuesta televisiva por el evento.

Ahora cabe preguntarse si alguien será capaz de capitalizar el éxito deportivo y canalizarlo. Vienen cambios en la presidencia de la federación, porque Juan de Dios Román no se presenta a la reelección. Momentos para el gozo, sí, pero también y es muy necesario para disipar las sombras.

Otra oportunidad como ésta no puede desaprovecharse, porque tardará mucho en producirse. 

 

Iñaki de Mujika