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Ensalada de casi todo

Que el tiempo influye en la gastronomía es obvio. Simplemente basta fijarte en los campos y en la producción para entender que el sol, el agua, los vientos, las tormentas y granizos pueden dejar su impronta. Pero es igual de cierto que en un día frío te apetecen unas cosas y uno cálido, otras.

Los vientos del sur en marzo marcan paso y suben los termómetros. Hay partido de fútbol, de los grandes europeos y televisado. Siempre hay gente que se apunta a cenar. La eterna pregunta: ¿Qué pongo?. La eterna respuesta: cualquier cosa.

Decidí una ensalada sin lechuga, ni tomate. Cocí patatas y huevos. Rallé zanahoria que aderecé con una suave vinagreta con pimienta. Troceé nueces, pelé y corte una pera, añadí taquitos de queso semicurado y pedazos de pechuga de pavo, un par de dátiles también troceados y una lata de atún. Todo regado con un buen aceite.

No quedó ni rastro y es algo tan sencillo como tirar de lo que tienes en casa, presentarlo bonito en una bandeja y esperar que la gente, que es muy agradecida, dé buena cuenta de ello. Así de simple.

Iñaki de Mujika