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La mano de Didier

Didier Deschamps formó parte del mejor equipo francés de todos los tiempos. La selección gala de fútbol lo ganaba todo. Aimé Jacquet y sus jugadores ofrecían espectáculo como colectivo, aunque las estrellas rutilantes marcaban la diferencia. Encandilaban y nadie discutía sus fortalezas. Como todos los proyectos, porque el tiempo no pasa en balde, los futbolistas se fueron haciendo mayores y el desgaste pasó factura. Quizá demasiada.

Han pasado desde entonces quince años y muchos técnicos se han sentado en el banquillo con muy malos resultados por lo general. Lemerre y Santini aún aguantaron el tirón, pero la llegada de Domenech, lamentable por cierto en sus últimas declaraciones sobre Benzema, fue un fiasco. Bajo su mandato se amontonaron los sucesos antideportivos que provocaron, incluso, la intervención política del gobierno y del estado porque el clamor popular contra la actuación del equipo fue terrible.

 

La gota que colmó el vaso se produjo en el Mundial de Sudáfrica 2010. Francia debutó de mala manera, lejos del rendimiento exigible. Interpretó un mal papel ya que en los tres partidos de la fase clasificatoria recibió cuatro goles en contra y solo anotó uno a favor, firmado por Malouda en el último partido antes de quedar eliminados.

Fue en el segundo cuando tras perder con México (2-0) se desencadenó la tormenta. El trabajo del técnico se cuestionó desde todas partes, más aún tras apartar del grupo al delantero  Nicolas por supuestos insultos del jugador hacia el preparador. Este hecho provoco una asonada de los jugadores, sin que faltar una pelea monumental entre el capitán Patrice Evra y el preparador físico.

Después de un periodo de reflexión y decisiones drásticas, Laurent Blanc se encargó de la tricolor y de limpiar el vestuario de futbolistas conflictivos. Volver a empezar. Y también terminar porque tras quedar eliminados en la última Eurocopa presentó la dimisión irrevocable.

Las personas encargadas de elegir el sustituto miraron a Didier Deschamps, el técnico de Bayona, parte importante como decía al principio del mejor conjunto francés de todos los tiempos. Aquella experiencia le permitió aprender y disfrutar. Conoce por tanto cuáles son los mejores caminos hacia el éxito y los métodos. Trata de inculcar a sus hombres las viejas virtudes, aunque le falten talentos como entonces.

Pese a perder con España, el equipo del gallo, ofreció una imagen sólida y consistente. No es enemigo fácil de batir y si todo sigue su curso volverá a competir con los mejores. La próxima cita es Brasil y no parece que vayan a faltar. La mano de Deschamps se nota. Para bien.

 

 

Iñaki de Mujika