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¡Br1magic!

Las cosas pueden pasar desapercibidas sino les damos el valor real que les corresponde. Hablo de un chico de 16 años, portero juvenil de uno de los equipos del Real Unión. Se llama Bruno Moncayo y en su cuenta particular de twitter atiende por “Br1magic”. Hasta aquí poco o nada novedoso.

Sin embargo, en las últimas horas ha sido protagonista principal de una historia personal y colectiva, porque ha debutado con el primer equipo de la entidad en un partido oficial de Segunda “B”. Lesionado Otermin y sancionado Villanueva, la portería irundarra quedaba huérfana. Desde hacía semanas, a Bruno le cayó un marrón. Entrenaba con los mayores, algo así como de patito feo, porque ninguno de los guardametas del equipo filial quiso responder positivamente a la llamada y a la propuesta que significaba estar entre los elegidos.

Por razones que no vienen al caso y cuesta entenderlas, quienes tenían en su mano la oportunidad, prefirieron eludir el compromiso. La escalera siguió bajando hasta encontrar un portero que dijera “sí” a la llamada y a lo que significaba responder a un comportamiento y exigencia profesionales siendo un juvenil. Bruno, supongo que asustado, se encontró de repente arriba, siguiendo las directrices de los entrenadores y conviviendo con compañeros mucho mayores que él.

Las cosas siguieron su camino hasta que Jon Villanueva acumuló la quinta tarjeta amarilla y el correspondiente partido de sanción. Es decir, para enfrentarse al Racing de Santander no quedaban porteros mayores. Sólo el chaval. Al entrenador Imanol Idiakez le quedaban tres alternativas: Acelerar la recuperación de Otermin con el riesgo que hubiera supuesto una recaída; llamar a un portero del filial que ofreciera mayores garantías o decidirse por Bruno.

El técnico no dudó ni tembló. Fue plenamente consecuente con todos los comportamientos previos y puso a Bruno bajo los palos. A su espalda el “23” y sobre el cuerpo una camiseta azul, el color que se relaciona con la lealtad, la confianza, la sabiduría, la inteligencia, la fe, la verdad y el cielo eterno. Todo junto se reuniría en un sueño y en las emociones que surgen antes, durante y después de un partido que jamás olvidará.

Encajó pronto un gol, pero luego llegó la remontada y salpicadas en el devenir del partido dos o tres paradas de mérito que el público supo reconocer aplaudiendo. Por eso, cuando el árbitro pitó el final, los puntos se quedaban en casa y al portero no había que achacarle nada, sino todo lo contrario, la felicidad se instaló en el rostro del chaval y en las personas que le llevaron hasta aquí. Debut a los dieciséis años, salida por la puerta grande como los toreros después de una gran faena y dato para la historia, porque no recuerdo precedente semejante en el Real Unión y en Segunda “B”.

El lunes volverá a entrenar con sus compañeros, tendrá que aguantarles el cachondeo, pero nada más grande que la satisfacción del deber cumplido y el agradecimiento. ¡Que muchas veces nos olvidamos!. En Gal hubo magia. La puso un chaval que seguirá su camino, eso sí, animado por tanta gente que le estima.

 

Iñaki de Mujika