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La liga para quien la merece

El Barça ya tiene el trofeo que le acredita como campeón de liga. Ha ganado el título con la gorra porque el campeonato lleva sin emoción desde hace muchas semanas. Los catalanes diseñaron un inicio efervescente en el que lograron una diferencia tan considerable que nadie fue capaz de neutralizar en el tiempo. Título merecido e incontestable.

Era una temporada que partía con incógnitas. La marcha de Guardiola y la llegada de Tito Vilanova podían transmitir dudas. Luego, aparecieron las enfermedades graves de dos componentes importantes del plantel: el propio técnico y Eric Abidal. El banquillo fue para Roura y la responsabilidad también. El equipo siguió su camino, a veces a trancas y barrancas.

Quizás el fútbol practicado no ha sido tan rutilante como en temporadas anteriores, quizás la defensa ha cometido muchos más errores de los recomendables, quizás dependen demasiado de Messi, quizás, y pese a todos los inconvenientes, lo positivo se impuso a lo que no lo era y fue suficiente aunque en Europa eso no bastara para superar a un Bayern superior y finalista en Champions.

Después será bueno hablar de los gestos, del orden deportivo y social dentro de la plantilla. El capitán Puyol podía recoger el trofeo y disfrutar con él pero se lo pasó a los dos integrantes enfermos. Vilanova y Abidal aceptaron la generosidad del veterano central. Nueva demostración de integración y de equipo sin fisuras en la relación interna de un vestuario en el que los “egos” no se imponen a la colectividad. Ese precisamente es un valor diferencial respecto de su directo rival cuyo entrenador no ha sabido manejar, en absoluto, la relación con sus futbolistas.

Cuatro ligas en las cinco últimas temporadas justifican con nota el trabajo y el diseño del proyecto. Baten records individuales y colectivos. Marcan goles (109 hasta el momento). Ahora, se plantean llegar a 100 puntos mientras plantean el futuro. Da la sensación de que hay jugadores que no continuarán la próxima temporada, uno de ellos el meta Valdés que decidió hace tiempo cambiar de aires, aunque todavía no haya explicado las razones. Acaba de disputar su partido número 500 defendiendo la camiseta blaugrana, el mismo día que Iniesta llegaba a los 300. Ese es el compromiso.

 

 

Iñaki de Mujika