La más internacional de las modalidades de pelota lo está pasando mal y no sé atisban en el horizonte respuestas a corto plazo. La cesta punta, o Jai Alai, está fraccionada, porque las empresas van por su sitio y no hay manera de juntar a los mejores en una competición que atraiga a los espectadores y devuelva el sitio que parece perdido.
Casi todo sucede en Estados Unidos, porque aquí cada vez son menos los festivales. Gestos residuales en época veraniega y muy poco volumen como para conseguir que la respuesta popular produzca un revolcón en una especialidad que languidece. Lo saben y lo padecen los protagonistas.
Tratan de dar respuesta. Por encima de todo está la IJAPA, la asociación de jugadores, ha solicitado medidas urgentes. Los Enbil, Arriaga, Goikoetxea, Beaskoetxea y compañía piden que se actúe para resolver una situación que califican de crítica. No es la primera vez que los conflictos anidan en la cesta punta, pero éste vez parece que el nivel de aguante es menor.
Hay dos instituciones, Consejo Mundial y Federación Internacional, que están condenadas a entenderse. Si la unión hace la fuerza, casi es una obligación que se pongan de acuerdo para evitar el deterioro y salven la modalidad. Construir cuesta mucho más que destruir y en un santiamén se puede venir abajo la tradición que ha permitido “hacer las Américas” a muchos pelotaris que encontraron en los frontones de USA, en Dania, la posibilidad de competir con dignidad a quienes se decidían por cruzar el charco.
Diego Beaskoetxea, uno de los afectados, afirmó “Si de verdad quieren este deporte, que se sienten y lo arreglen de una vez.”