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Noventa años que terminan en un santiamén

“Hoy es el día más triste de mis 90 años de historia. Estoy en cada una de vuestras lágrimas. Viviré siempre en vuestros corazones”. Con esta lacónica frase anunciaba la U.D. Salamanca su desaparición como club de fútbol. Muchos años, algunos de ellos en la mejor categoría, acumulando recuerdos del viejo y desaparecido campo de El Calvario, al actual Helmántico.

Muchos entrenadores y jugadores han declarado su disgusto. Desde el seleccionador Vicente del Bosque hasta Juanma Lillo pasando por Roberto Olabe que definió la situación de este modo: “Desapareces, muchos no te vamos a olvidar. Nuestra gestión fagocita historia y sentimiento. Hoy, sin UDS, perdemos nuestro arco iris blanco y negro”.

Los clubes han vivido muy por encima de sus posibilidades y se tiraron a la aventura. En el caso charro la aparición de “Pepe aviones”, nombre con el que se apodaba al propietario Hidalgo, propicio un crecimiento sostenible en principio, pero inasumible posteriormente. De Primera a Segunda, de Segunda a Segunda “B”, de Segunda “B” a la desaparición.

 

Hace ahora un año sonaban tambores de guerra. La situación se salvó en el límite gracias al fervor popular y al esfuerzo de muchas personas. La marcha deportiva fue aceptable, pero el camino, insuficiente. La larga agonía termina con la desaparición decretada por los administradores concursales que no aceptaron propuestas de continuidad.

 

Schock traumático por la desaparición del club. Impacto social en una afición que espera acontecimientos, porque se intuyen maniobras que signifiquen comprar un club y seguir haciendo camino, empezando de cero.

 

Quedan pocos días para que llegue el 30 de junio. Fecha límite en las situaciones preocupantes de muchos clubes denunciados por impagos y que hacen lo imposible por resolver lo más acuciante. El fútbol necesita adaptarse a realidades. De hecho muchos clubes lo están haciendo, pero la losa que arrastran les impide hacer camino con normalidad.

 

 

Desparece el Salamanca, pero es posible que no sea el único. Al tiempo!

Iñaki de Mujika