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Illarramendi

Creo que Asier Illarramendi, pese a su juventud, tiene la cabeza muy bien amueblada y criterio suficiente como para tomar decisiones comprometidas. Sé que está de vacaciones, porque tras el europeo de Israel apagó el teléfono y desconectó. Lo necesitaba.

Ahora, todo este runrún sobre el interés del Real Madrid por contratarle estará posiblemente impidiendo el descanso físico y mental. Parece que es cierto que Ancelotti le quiere. ¿A cualquier precio?. Si es así, Florentino Pérez abonará los 30 millones de euros y el chico de Mutriku abandonará el puerto pesquero de su pueblo, así como las vistas del hermoso piso recientemente adquirido.

Esa es precisamente la principal duda. ¿Quiere hacer el cambio?. Si el futbolista desea seguir en la Real se acabó porque no hay tema. Si entre asesores, intermediarios, amigos de última hora…le han puesto la cabeza como un bombo y se deja querer (a nadie amarga un dulce) será complicado que siga defendiendo la camiseta que ama.

En medio de este trajín, Aperribay. El presidente se ha ganado a pulso el prestigio porque ha sabido gestionar con acierto buena parte de las cuestiones que le han aparecido en el camino, pero corre el riesgo de perderlo si se aviene a negociar con el Real Madrid el importe total de la cláusula. Asunto envenenado y con aristas. Los aficionados no lo entenderían. El club está en situación de fortaleza, porque la economía marcha sin tensiones y porque la actual plantilla de jugadores ha demostrado sus capacidades.

La Real está ante un triple reto apasionante: Pelear por el prestigio adquirido en el campeonato, mejorar su raquítico papel en el torneo copero y disfrutar de la competición europea, un premio al alcance de pocos y que además puede aportar pingües beneficios a la sociedad. El club necesita a todos sus componentes, incluido Illarramendi.

He dicho al principio que me parece un chico amueblado, demasiado joven para meterse en barcos de complicada travesía. No es bueno querer ir más deprisa que el tiempo. Debe asentarse y seguir siendo el guía de sus compañeros, la bisagra del juego colectivo desde la generosa actitud y la solidaridad en los esfuerzos.

Sinceramente, sentiré una decepción si se marcha ahora, porque le considero “de casa”, de esos que dijeron “no” a otras opciones. De sus compañeros actuales, Xabi Prieto, Mikel González, y antes unos cuantos más, pueden explicarle a qué se llama en el fútbol fidelidad. Hay cosas que no se pagan con dinero.

Iñaki de Mujika