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Mikel Astarloza

El momento de las decisiones ha llegado al ciclismo. No hay marcha atrás. Tampoco esperanza para muchos corredores que la próxima temporada no podrán hacer lo que les gusta, entre otras cosas porque no tendrán ni donde ni con quien. Conocida por estos lares la desaparición de Euskaltel Euskadi, otros equipos tienen también los días contados y no se atisban sustitutos que permitan mantener el actual status.

Algunos aguantarán hasta el final el tiempo de espera con vaga esperanza. Otros, no. Es el caso de Mikel Astarloza que concluye contrato con la escuadra naranja a finales de año. No hay margen para la duda. Decisión tomada, decisión asumida. Hasta aquí. Doce años de profesional, tres victorias, nueve Tour de Francia a sus espaldas y la sensación del deber cumplido. Es una trayectoria para tenerla en cuenta, sobre todo porque nunca dejó de asumir sus responsabilidades, tanto cuando le tocó trabajar para sus compañeros como cuando debió ejercer de líder. Solidario.

El próximo cumpleaños que celebre deberá apagar 34 velas. Pocas, si las comparamos con la de Chris Horner. Suficientes, si a tus espaldas sumas miles de kilómetros de entrenamiento y competición que terminan por cansar y sobre todo afectar a la motivación. Si todo lo que da sentido a la vida profesional de un corredor como el pasaitarra deja de mantener las constantes vitales, lo recomendable es renunciar a seguir en un escenario en el que no vas a ser lo que has sido.

La nota oficial en la que Astarloza comunica su despedida tiene mucho que ver con el compromiso y la honestidad. Es bueno retirarse a tiempo. Lo peor será perder crédito por alargar la carrera nunca se sabe donde y terminar arrastrado en el pelotón dando pena. Nadie mejor que cada ciclista para saber cuál es su estado físico y anímico. Si la condición es buena puedes seguir, pero si la cabeza y el corazón no van al unísono, se entiende una decisión como la adoptada.

Muchas horas recientes pensando entre dudas, hasta que llegado el momento y a la vista de las reales circunstancias, opta por concluir una larga etapa. Reflexión sin aspavientos ni subjetividades. Le conozco desde hace tiempo y siempre he creído que es un individuo que merece la pena, más allá de sus capacidades como corredor. Persona, mucho antes que deportista. Incapaz de un “no” en cualquiera de los muchos momentos, buenos o malos, en los que le llamo para una entrevista. Acostumbrado tantas veces a desaires y plantones, Astarloza ha sido un oasis en mi trabajo. Y se lo agradezco.

Iñaki de Mujika