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Eso que llaman sentido común

Los vampiros llegaron al hotel  y despertaron a doce jugadores de la selección española de fútbol a las seis de la mañana para realizar los correspondientes controles antidopaje por sorpresa. Como no podía ser de otra manera, han puesto el grito en el cielo, porque entienden que esas no son horas para nada. El barcelonista Cesc escribió: “Control anti-doping a las 6 de la mañana y yo sin poder ir al baño. Hacerlo un día antes de partido… Increíble. Mucho sueño”. 

Llueve sobre mojado, porque hay una cosa que está por encima de todo lo demás y es el respeto a los deportistas. Una cosa es actuar por sorpresa y otra alterar la vida profesional de quienes deben competir al máximo nivel y necesitan para ello descansar cuando corresponde. Los futbolistas se quejan con razón, pero en el camino hay tantas actuaciones lamentables que lo suyo es cuento de niños.

Cada vez que algo de esto suceda se recordará a Kevin Van Impe, un ciclista belga al exigieron pasar un control durante el funeral de su hijo que había fallecido después de nacer prematuramente. Los funcionarios flamencos encargados de la toma de muestras ni se ablandaron ante la petición de retrasar el control unas horas, ni mostraron el menos ápice de humanidad ante el dolor del corredor.

Hechos como el sucedido hace unos años reflejan el nivel miserable de quienes interpretan los reglamentos en situaciones como ésta. Intervinieron entonces hasta ministros de Bélgica reclamando más sentido común. Bert Anciaux, responsable del deporte en aquel país, aseguró entonces que es necesario “humanizar” este tipo de controles. “La ley es la ley, pero debe ser humana. Puedo imaginar que el corredor tendría otras cosas en la cabeza”. ¿Quedaba algo de sentido común?

En su momento se quejaron todos, desde las asociaciones de corredores, hasta los equipos y las personas que tratan de racionalizar las cosas. Trasgredir el sentido común no hace sino desvirtuar el objetivo y ofrecer una imagen poco gratificante de una actividad que sólo persigue le práctica ética del deporte. Para lograrlo, no vale todo.

 

 

 

 

 

Iñaki de Mujika