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¡Que se lo den a Illarra!

Es un horror todo lo que se mueve en torno a la concesión del “Balón de Oro” cada vez que se convoca a los votantes. Y eso que los candidatos no hacen campaña. Aburren hasta la extenuación. Los partisanos del portugués CR7 argumentan que está en un estado de forma espléndido. Los de Messi que, pese a estar lesionado, ofrece números irrepetibles y que sigue siendo decisivo. Quienes propugnan al francés Ribéry argumentan que lo ha ganado todo con su equipo.

En ambos casos sorprende cómo se mueven los hilos a favor de uno u otros. La FIFA colabora con el esperpento tanto en las apariciones marianas del presidente Blatter como en las modificaciones sobre la marcha de los periodos de votación establecidos. Es decir que, a esta hora, y a falta de un par de meses para que se conozca el veredicto todo lo que se mueve en torno al premio es una caquita, por no llamarlo mierda.

Después de tantos años conviviendo con esta cita sigo sin saber qué criterios son los que determinan la concesión del premio y cuáles prevalecen por encima de los demás. No se adivinan entre ellos los que corresponden a la rentabilidad económica. Hay futbolistas que suponen un negocio redondo para las entidades que se benefician de una operación. Aquí deberíamos incluir a Asier Illarramendi. Nadie en menos tiempo es capaz de generar un negocio de semejante magnitud al suyo. Me da igual si es traspaso, pago de cláusula, acuerdo entre las partes. La conclusión es que sus deseos se convirtieron el pasado verano en una inyección económica extraordinaria para el club de sus amores.

Aperribay se azoró ante la magnitud del proceso. Convocó de urgencia en Anoeta a todos los senadores, incluidos futbolistas, planteó la situación, vio lo que había y se enrocó. Tiras y aflojas hasta que entró en la caja una millonada imposible de creer. Con la pasta en el talego la situación del club es boyante. Los números con los que el consejo se presenta a la reelección son para enmarcar. Para sí los quisieran Rajoy, Urkullu o Garitano que se vuelven tarumbas tratando de cuadrar las cuentas.  Ellos no disponen de un chaval de Mutriku que cae deslumbrado ante un guiño cautivador.

Como resultante de la operación antedicha, la afición realista se beneficia. Ni le suben las cuotas, ni le declaran días del club, ni le piden un esfuerzo…Nada. A lo sumo tocar las chindas en una kalejira de acción de gracias. Esos son los méritos de Illarra. En este capítulo coral de despropósitos propongo que el balón de oro sea para él, porque ese es el metal con el que ha cubierto el cielo de su antiguo club. Y si, como dicen y se rumorea, el próximo verano, “simili modo”,  se van a producir semejantes situaciones con otros jugadores, la Real va a tener pasta para parar un tren y en lugar de llamar a puertas para pedir préstamos, tocarán la aldaba de la suya para rogarles que los millones entren en sus arcas. Los cuatro tantos del mexicano Vela le devuelven al escaparate. ¡Cómo cambia el cuento!.

No hace mucho tiempo, los dos clubes que se vieron la cara ayer en Anoeta purgaban por una situación económica horripilante que obligó a muchos esfuerzos, incluso a levantarse después de descender a Segunda. La gestión de ambos se parece bastante y la política deportiva, también. Al Celta le gusta el gusto por el buen fútbol y si en su día tiró de Eusebio Sacristán, ahora confía en Luis Enrique, dos técnicos con criterio futbolístico y con el sello de la escuela barcelonista. Cierto es que la producción de las canteras no siempre es la misma y que cuando se apuesta por un modelo, debes contar con buenos mimbres para no dudar del camino elegido, por convicción o porque no queda otro remedio.

Sentía curiosidad por ver la cara del equipo gallego y también la de su técnico, un independiente convencido de lo que hace. Cumplido el partido, con tanto gol y tanto fallo, entiendo que sueñe con una defensa como debe ser y no como la que ayer planeó por el estadio. Hablaba antes de despropósitos y debo hacerlo ahora al referirme al partido. No entendí casi nada. Cuesta digerir tantos errores de bulto en las dos áreas, en las que ambas zagas mostraron todas sus vergüenzas, uniéndose al grupo el trío arbitral que no hay por donde cogerlo. Si Griezmann marca todas las que tuvo el marcador funde las bombillas.

Con el primer gol tempranero todo pareció fácil. En la grada y en el terreno. Esa es la sensación porque perdimos el oremus y nos despistamos mucho. Quizás exceso de confianza, quizás desconcentración, lo cierto es que todo se fue al traste en cinco minutos. Los que tardó el Celta en subirlos a su casillero y dejar patas arriba a la afición local, al palco, al banquillo y a los protagonistas del ¿juego?. Como todo puede empeorar y el hombre es el que tropieza dos veces en la misma piedra, nos dimos una toña espectacular, encajando un tercero antes del cuarto de hora del segundo tiempo.

Un equipo al uso, montadito atrás y agresivo en el medio, no pierde normalmente esa ventaja, del mismo modo que el contrario tira la toalla ante los imposibles. Sin embargo, como ayer estaba la escopeta de las ferias atolondrada y apuntaba a todo y a todos, Vela dijo “ A mí los perdigones” y decidió encarar a Fontás, a Cabral, a Aurtenetxe, a Joel, y a la muchachada que Luis Enrique debió incorporar al juego, antes de firmar el “pim, pam, pum” que propiciaba el revolcón. Cuatro goles como cuatro soles, aunque dos de ellos en posición antirreglamentaria. Es imposible ordenar el desbarajuste mental que nos deja el partido. Lo mejor,  la victoria y los puntos, aunque se lo deben mirar, porque otra verbena de semejante enjundia nos deja tarambainas para un tiempo.

Antes de despedirme quisiera destacar el partido del lateral diestro Joseba Zaldua. Sin miedo, dando de sí lo que lleva dentro. Un debut ante todo es una esperanza. Para todo hay siempre una primera vez, incluso para que se te suban las bolas o te concedan un balón de oro.

 

 

 

 

 

Iñaki de Mujika