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Ongi etorri

El jugador y guardameta de la Real Sociedad, Claudio Bravo, publica en el diario “El Mercurio de Chile” un artículo en el que narra sus experiencias desde la llegada a Europa y San Sebastián hasta nuestros días. Dicho artículo ha calado hondo entre los seguidores realistas y medios de comunicación. Por el interés y el significado del mismo, lo recogemos aquí:

La vida de un futbolista implica necesariamente cambios. Son muy pocos los jugadores que no cambian jamás de club. Para todos los demás vendrán cambios de camiseta, de compañeros, de ciudad, de país, de continente e incluso, algunas veces, de puesto. Todo sea por el fútbol, esa pasión que ha definido nuestro camino.

No conozco a nadie que no se haya ilusionado cuando un club extranjero ha querido su pase. Pero como saben, no siempre ese traslado supone un final feliz. Porque no es fácil lo que se deja.

Como dije en una columna anterior, yo llegué a los once años a Colo Colo. Entonces, cuando la Real Sociedad me ofreció un contrato, si bien ello implicaba una mejora económica y un salto a una de las mejores ligas del mundo, también significaba dejar atrás lo conocido, lo que me rodeaba, a los amigos y el funcionamiento de un mundo al que ya estaba acostumbrado.

El cambio no es fácil, ya que uno ha aprendido a moverse y se ha batido bajo códigos que conoce, los códigos que, finalmente, son tu mundo. Y eso es lo que dejas atrás.

Yo tuve suerte. Lo primero que me dijeron al llegar a San Sebastián, en el País Vasco, fue “ongi etorri”, que significa “bienvenido”, pero no de una manera formal, no de la forma en que lo puedes leer en un cartel de aeropuerto, sino realmente “bienvenido, queremos que seas uno de nosotros”.

Y así, poco a poco, mes a mes, fui cambiando costumbres en busca de una mejor adaptación. O mejor dicho, fuimos, porque es toda la familia la que resiente y abraza el cambio. Quise absorber la nueva realidad que me rodeaba, para saber cómo moverme en ella. Primero, conocer la ciudad y la región que, como sabrán, tiene una idiosincrasia bastante particular: antes que españoles son vascos. Luego, el país y, por último, el continente.

Dije líneas atrás que tuve suerte, y es verdad. Porque llegar a un lugar en donde el respeto por tu profesión es absoluto, en donde te dan ánimo en la calle y celebran tu esfuerzo y trabajo, hace que quieras devolver la mano a la comunidad mediante todo tu compromiso y entrega en el equipo que los representa. Y al sentirte parte de ellos, bueno, te vas adaptando.

Es cierto que no todo sale como uno quiere y que tarde o temprano ocurren situaciones adversas, como cuando bajamos a Segunda División. Y aunque no lo crean, no puedo recordar un solo episodio ingrato que me haya pasado en la calle o al salir del estadio tras una derrota mientras nos hundíamos en la tabla. Era como si entendieran que tú y tus compañeros hacían el máximo esfuerzo posible, pero que hay veces en que simplemente las cosas no salen como uno quiere. Y eso se agradece. Te ayuda a sobreponerte frente a los problemas, te lleva a pensar que has tenido suerte por el lugar que te ha recibido y, quizás lo más importante, te da la motivación para hacerlo cada vez mejor, a la espera de darle nuevas alegrías a esa gente cuyo equipo representas.

La sociedad vasca me ha hecho crecer en todos los planos: como futbolista, como persona y como papá. Me acogió y me dio la oportunidad de crear nuevos lazos, de conocer nuevas realidades, de enfrentar nuevos desafíos, siendo uno de los más importantes el representar en cada partido no solo a nuestros hinchas sino, espero, a todos los chilenos. Porque el cambio implica eso: al llegar a España uno deja de ser el arquero del Colo y pasa a ser una especie de embajador del fútbol chileno, un representante de cada uno de los jugadores nacionales y de cada niño presente en las escuelas de fútbol.

Hoy llevo casi ocho años ya en Europa, y tengo contrato con la Real hasta 2017. Y si todo sigue como está, porque más no se puede pedir en el ámbito humano, seré el chileno con más años en un mismo club europeo. Es verdad que me quedan muchas cosas aún por vivir. Sé que vendrán nuevas alegrías y nuevas penas en el plano futbolístico, pero cuando veo a mi familia habituada en San Sebastián, cuando se me acerca la gente en la calle con una sonrisa y veo que esto es lo que trajo el cambio para mí, solo puedo decirles eskerrik asko: muchísimas gracias.”


Fuente: Noticias de Gipuzkoa.

Iñaki de Mujika