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La Tomasa en los títeres

Cambié los planes previstos para el sábado por la tarde. La culpa fue de un partido de fútbol entre equipos ingleses. Nueve goles entre los mejores equipos del campeonato no se ven todos los días.  Manchester City y Arsenal jugaron a lo que les gusta, más allá de corsés y de disciplinas defensivas.

El juego de la Premier League cautiva porque sus argumentos se refieren a lo más bonito y difícil que es atacar ofreciendo espectáculo. Los balones parados, el juego por las bandas y directo hacia la portería contraria constituyen la razón de ser de la competición. Les pertenece. Aquí prevalece lo visual. La táctica, el orden ortodoxo y los entrenadores que se empeñan en prever todo pintan lo mismo que la Tomasa en los títeres.

Una vez acabado este partido y con el regusto de lo exquisito me encontré con el encuentro de El Sadar. Osasuna sabe de sobra a lo que juega en su casa. Mete la directa, va a por el contrario y le zumba si le dejan. La cuestión añadida corresponde al entrenador que debe en todos los casos manejar a los jugadores y la dosificación de esfuerzos. En frente, más calidad, pero menos alma.  La pasión contra la exquisitez. El corazón, ante la frialdad calculada.  Se parecía mucho a las carreras ciclistas en las que el pelotón tolera una fuga hasta que reacciona y la desarma poco antes de la llegada, aunque a veces calculan mal y se equivocan.

Por si llevaba poco a las espaldas, un Barça-Villarreal no es para desperdiciar. Uno se organiza como siempre para ganar y el otro para evitarlo. La táctica de los castellonenses se muestra clara desde el principio. Espera sin desesperar creyendo que le llegara una oportunidad. Se dejan la piel, corren tras la pelota y el rival y terminan sucumbiendo. La aparición de los futbolistas individuales que marcan las diferencias determina la resolución del pleito entre los dos estilos.

Para entonces, aprovechando los descansos doy un par de vueltas por la cocina en plan picoteo y hago zapping con el balonmano del Barça-Naturhouse que sólo es de un color y con la natación europea que sirve para descubrir y confirmar que este deporte es muy exigente. Entrenamiento y competición para mejorar centésimas. Llega la final de pelota. Esta vez deporte individual en el que estás tú solo contra el mundo. Olaizola II vs Irujo, un fijo en los partidos decisivos. El de Ibero es pasión, arrojo y valentía. No le sirve para ganar al de Goizueta que lee los encuentros como nadie, que sabe sufrir para ganar y que triunfa por su condición física y por el gran juego que exhibe cuando más lo necesita.

Apurando los tiempos, unos guiños al baloncesto de Gipuzkoa Basket. Soy de Doblas como los niños del chocolate. El deporte es muchas cosas, pero si algo atrae por encima de otras lecturas es lo visual. Unicaja es más en la teoría porque dispone posiblemente de mejores jugadores y porque cuenta con más recursos. La teoría y el papel lo admiten todo, pero la machacona realidad desmonta muchas veces los planes previstos. El pívot cántabro es una máquina a la hora de desactivar los planes del oponente. Un “box to box” en toda regla.  Como para entonces había picoteado suficiente para saciar el hambre, decidí irme a la cama antes que el Málaga terminara por noquear al Getafe. Estaba rendido, con perdón, por tantas horas de sofá.

Ayer me desperté pensando todavía en el partido de Manchester y quise compararlo con aquel empate a tres goles que protagonizaron en una especie de locura la Real y el Betis hace unos meses. Comencé a hacerme preguntas y en ninguna encontraba respuesta afirmativa. Era impensable creer que se pudiera repetir algo parecido, sobre todo porque los andaluces no están para arriesgar sino para amarrar puntos donde y como sea. Al final, vista la resultante podría decirse que sí, aunque los tantos se repartieron de diferente modo para satisfacción de los realistas

Otra de las interrogantes se refiere a la capacidad de los aficionados para convivir todos los domingos con partidos de semejante calado, donde predomina “al ataque” como si los soldados de un fuerte americano fueran a por los apaches. Los que miran de lejos hablan siempre de la pegada txuriurdin. Cualquiera puede marcar goles, incluido Ansotegi, pero los de arriba los necesitan y el hecho de que Imanol Agirretxe firmara dos de los cinco es una estupenda noticia. Como el partido de Rubén Pardo que sigue dando pases de gol y jugando como los muñecos del guiñol o una peli de dibujos animados.

Ciertamente quien viera el encuentro en el primer periodo después de la nivelación de la contienda no sería capaz de explicar el resultado final. El encuentro andaba mareado, demasiado veloz y poco asentado. No le venía bien al equipo de Arrasate que después del descanso cambió el modo, mejorando la concepción defensiva, con el riojano por detrás del balón y el resto acudiendo a las ayudas. Llegó el segundo tanto, clave en la suerte del encuentro, porque el gol dio alas a los realistas que se fueron en busca de la meta de  Andersen como el sediento a por un botellín de agua.

Así fueron subiendo al marcador las buenas acciones felizmente terminadas para satisfacción de la hinchada. Victoria importante con nombres propios aplaudidos cuando el entrenador decidió sustituirles. Más allá de los partidos tácticos y de las pizarras, cuando llega la inspiración sobra todo lo demás.

Iñaki de Mujika