El Beaterio de Iñaki de Mujika

La cubeta de hielo

SD Eibar 1 – Real Sociedad 0 (Jornada 1 – 24/08/2014)

Resulta que la Real afrontó la cita de ayer en Ipurua con varios apuntes, cuando menos, llamativos. Llegó a Eibar después de haber ganado tres partidos oficiales consecutivos en un inicio de campaña. Esto no sucedía desde 1963, año en el que muchos de vosotros no habíais nacido y otros andábamos chupando piruletas. Estábamos en Segunda y los triunfos fueron a costa del Alavés (1-0), Orense (0-2) y Celta (2-0). Lo leí en una información que publicaba Pedro Martín el día del Krasnodar.

Horas más tarde, otro seguidor de redes sociales se fijaba en los goles de Xabi Prieto. Desde antes de las pasadas navidades no marcaba un tanto. Ahora lleva tres, uno más que en toda la temporada pasada en la que, por lo visto, no se las metía ni al arco iris. Rachas y realidades que comparto contigo para ofrecer temas de diversidad de los que hablar y comentar en tertulias, barras de cafetería o puestos de trabajo, ahora que poco a poco todo vuelve a su ser.

A la par de estas cosas, otras más habituales que se refieren a la ubicación de Elustondo como central, al cambio de sistema con forma de rombo y al quilombo permanente en torno al entrenador. Gusta y no gusta, como los helados de morcilla. Volvía a una de sus casas predilectas. Allí se hinchó a meter goles y a experimentar. Sabe de sobra cómo es la casa y sabía de sobra lo que se iba a encontrar. Supongo que a la hora de disponer el equipo de partida, no pensó ni en el jueves, ni en el domingo próximo, en donde le esperan sendos marrones de aupa. Quería empezar la Liga ganando.

No disfruto mucho con los derbis provinciales, porque normalmente convives con todos los protagonistas y hay una relación que sobrepasa el mero nivel informativo. Por eso, porque al final del encuentro unos se muestran felices y los otros decepcionados y nunca sabes muy bien qué cara poner y qué decir, no terminas de sentirte a gusto. Incluso, frío.

Ahora se ha puesto de moda echarse por encima una cubeta de agua helada como modo de ayudar a las personas afectadas por esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Los mediáticos se prestan a grabar un vídeo, retando a otros amigos o compañeros para que sigan sus pasos y colaboren por la causa. Esa es una realidad, pero hay otra tradicional, el famoso jarro de agua fría que lo sientes sin que nadie lo vierta por encima de tu cabeza. Estaba claro que ayer iba a caer sobre uno de los dos conjuntos.

El Eibar soñaba con un debut en Primera como el que firmó. También Javi Lara, cuyo gol decidió la contienda. Creo que de modo merecido. Acertó a poner el balón donde se debe, aprovechando las facilidades y el desajuste permanente de un equipo que sufrió en las acciones a balón parado. El llamado gol psicológico al borde del descanso reforzó la conducta de los de Garitano, aumentando moral y convicción.

La Real que no daba una, ni antes ni después, no encontró el sitio en ningún momento. Tampoco la forma de jugar. Patadón y tente tieso. Poco balón por abajo, nada de fútbol y menos remate. Con ese bagaje, poca leche. No sé si por la deriva del partido de ida y vuelta ante los rusos, no sé si por el espacio del terreno de juego, no sé si por exceso de confianza, no sé si por falta de tensión, no sé si por? se ganaron todos, incluida la banda, un buen balde de agua fría. Para espabilar.

Del mismo modo que los armeros cautivaron a los suyos y celebraron la fiesta, los realistas decepcionaron con todas las de la ley. Al cuadro txuri-urdin le ganó un equipo que salió con ocho titulares que hace dos años estaban en Segunda B, que ascendieron hace un año y hace unos meses y que el buen entrenador que les conduce determinó premiarles por sus méritos. Ya pueden hablar de su debut en Primera, del primer triunfo, de las emociones. Saben de sobra qué camino deben seguir. Y lo harán. Firmarán tardes buenas como ante los realistas y encontrarán dificultades como las que se prevén a orillas del Manzanares la semana que viene.

Para la Real no encuentro palabras. En Ipurua no se salvó ni el que lleva el botijo. Era previsible que pasaran apuros porque el rival aprieta. Esperaba alguna señal que nos dijera que aspiraban a ganar y que lo intentaban. Si fue así, lo disimularon. Este partido y este resultado aumentarán el caudal de voces críticas, que las hay. Se esperan respuestas positivas y reacciones que hagan olvidar cuanto antes el chandrío de ayer. No hay defensa ante semejante dislate.

Aunque esperaba algo parecido, el balde de agua fría llevaba demasiado contenido. Y los aficionados, sobre los que volcaron el barreño, no se merecen semejante disgusto.

Iñaki de Mujika