La primera vez que entré en Villarreal se llamaba de los Infantes, sin que a esta hora sepa a ciencia cierta qué pasó con ellos, porque el actual topónimo es Vila-Real, después de segregarse de Alquerías del Niño Perdido. Se ve que su historia se relaciona con chavales jóvenes. A buen seguro, distintos a los que hoy completan las plantillas de sus equipos de cantera o de los que contratan. Es el caso de Gerard, el futbolista que abrió el marcador apagando el sueño txuri-urdin.
Creo haber contado alguna vez (¡son tantos beaterios!) que entramos por las calles céntricas en autobús. Delante el equipo, al que seguíamos la prensa y algunos aficionados que entonces completaban la expedición. Las casas bajitas, las personas agolpadas en las aceras, como si llegara un conquistador. Para ellos era una novedad y para nosotros una sorpresa. Atenta la mirada en todo el recorrido, me preguntaba cómo era posible que en aquel lugar habitara un equipo de Primera División.
Llegabas al campo de fútbol. Calles estrechas, pocos sitios para aparcar y un terreno con las gradas obsoletas que el tiempo modernizó en la misma medida que la entidad creció hasta competir en Europa y ganarse el reconocimiento de propios y extraños. En el camino, un tropiezo inesperado con descenso del que se han recuperado rápido como lo demuestra el hecho de su actual clasificación en el campeonato, sus opciones en la Europa League y, desde anoche, su continuidad en los cuartos de final de Copa, porque como era previsible los de Marcelino García eliminaron a la muchachada Moyes.
El técnico inglés cambió laterales por necesidad, centrocampistas por decisión y delanteros por intuición y esperanza. En este término se entendía la presencia de Imanol Agirretxe, que no había sido titular desde el día del debut del entrenador en La Coruña. Si hubiera podido preguntar a los seguidores realistas qué pensaban del partido y de la suerte en la eliminatoria, lo hubiera hecho gustoso, aunque solo fuera por saber si les podía la razón o el corazón.
En ese paisaje de nubes y claros apareció el cuadro visitante para robar un balón, jugarlo con criterio y aprovecharlo en remate formidable de Gerard. Antes y después, Rulli ya había firmado dos paradas de cámara de vídeo que podían haberlo sentenciado todo mucho antes. La Real trataba de llegar, sin conseguirlo, hasta la meta de Asenjo. Queda dicho desde tiempo inmemorial que un córner bien lanzado es medio gol. Rubén la puso, Agirretxe la cabeceó con intención y el rechace del meta lo aprovechó Vela para empatar en el único remate a puerta entre los tres palos.
Es decir, que la grada recibió un soplo de ilusión cuando el horizonte del encuentro, y de la eliminatoria, se antojaba mustio y oscuro. Por unas u otras cosas el partido fue más entretenido en la reanudación. Quizás porque este árbitro con el que no puedo, se encargó de atizar el brasero y darle fuego. Cómo será que hasta el entrenador se puso anteojeras delante del linier y como en la primera parte fue advertido terminó expulsado. Así que a la grada a seguir el encuentro mezclado entre el público. Una joven seguidora le ofreció del paquete que comía unos doritos, chetos, ganchitos o gusanitos (no los distingo) que el míster agradeció propiciando una imagen divertida que dará la vuelta al mundo por inhabitual y desenfadada.
El encuentro llevaba un camino y la eliminatoria pareció sentenciada cuando Giovani aprovechó un error de concentración defensiva, ya que los castellonenses se adelantaban por una acción en saque de banda. La réplica inmediata volvió a nivelar la contienda. Mereció pagarse la entrada solo por ver la jugada. Conexión Granero-Vela, con desmarque del primero y pase monumental del mexicano que remató el madrileño sobre la marcha.
Como Musacchio se fue expulsado antes de tiempo y la Real jugaba con uno más, el dominio y la presión fueron guipuzcoanos pero sin terminar de resolver las opciones que proponían las acciones de balón parado. Quince corners a favor en un partido que supone la despedida copera, dando la cara más allá del resultado final de la eliminatoria.