La muy venerada y venerable jugadora de balonmano Eli Pinedo convocó ayer una rueda de prensa en Madrid para despedirse del pueblo que le adora como guerrera y estupenda deportista. Flanqueada por los máximos mandatarios del COE y la RFEBM miraba de frente a quienes llenaban la sala. Escucharon muchas veces la palabra ¡Gracias! Aplaudieron a rabiar porque la mediática forma parte importante de la historia del handball y porque se retira con una mochila abarrotada de medallas, títulos y demás reconocimientos, individuales y colectivos.
Jamás un no. Le llamas para entrevistarle y pregunta la hora. Le invitas a un sarao y sólo le preocupa dónde y cuándo. Le pides que patrocine una campaña y se compromete. Ejemplar e inteligente, con una carrera universitaria terminada y un dominio inusitado de lo que significa marketing y promoción. Conociendo lo que eso supone para el balonmano femenino, siempre ruido y marcha.
La segunda parte de la despedida coral se relaciona con su último equipo. Bera Bera se está jugando sus cuartos en la Champions y ha dispuesto el mejor escenario posible para que su exjugadora sienta el color y el calor de una afición que le adora porque es muy fácil quererle. Se emocionará y llorará como una desconsolada, de lágrima fácil, y concluirá la jornada como le venga en gana porque es libre de celebrarlo hasta el amanecer. Se lo merece todo.
Pongo este ejemplo que viene como anillo al dedo para destacar el comportamiento de deportistas, jefes de prensa, políticas informativas de club y medios de comunicación. Hace una semana asistí a un desasosiego, un desconsuelo, un malestar, un disgusto del compañero de este diario que pretendía realizar una entrevista normal a un jugador titular de la Real Sociedad. No voy a ser quien diga su nombre, si el afectado no lo ha hecho.
El futbolista en cuestión es tratado con mucho respeto y las críticas negativas no son sus habituales compañeras de viaje. Al astro se le ocurrió decir que entrevista sí, pero fotografía no. Discusión por todo lo alto y cada uno por su lado y los lectores sin descubrir nada de lo que hubiera podido compartir con ellos, seguidores del club cuya camiseta defiende no sin esfuerzo de la entidad que le paga.
Hace no demasiado tiempo esto era impensable. El futbolista sabía perfectamente que la imagen de la Real está por encima de todo y, aunque deban hacer de tripas corazón muchas veces, su obligación es atender a los medios porque somos vehículos conductores entre ellos y la fiel afición que es, de largo, el mayor tesoro de la sociedad. No comprendo que estas cosas sucedan y que se consideren normales y que prefieran ocuparse con ahínco de celebrar su cumpleaños que de evitar estos desencuentros. Trepidante. Traigo a la memoria la letra de un tango argentino, Malena: Tu canción tiene el frío del último encuentro.
El último encuentro futbolístico no nos dejó fríos porque el equipo ganó y sumó tres puntos que a estas alturas del ejercicio es lo prioritario. Comenzar con buen pie es una necesidad, porque se evitan catástrofes, dudas, vientos sirocos que traen precipitadas decisiones de locura. Después de la visita del Real Madrid y el casillero a cero ante sus seguidores, la Real disponía anoche de una oportunidad de reforzar proyecto y reivindicarse ante su feligresía. Y la perdió, entre otras cosas, porque le faltaron argumentos para romper el entramado visitante que desde el primer minuto supo qué hacer. Se encontró además con un gol que reforzaba su idea y se dedicó a defender sin demasiados sobresaltos.
La Real tuvo la posesión hasta porcentajes tremendos, pero las acciones combinativas, la velocidad en la zona de conflicto y el remate sigan siendo asignaturas pendientes. Menos mal que para evitar mayores males, William José se estrenó con un cabezazo espléndido que hizo mejor el buen centro de Zaldua. Los destacables minutos de los locales aparecieron en el tramo final del encuentro, cuando la necesidad ahogaba. Antes nos dieron un primer tiempo infumable, a ritmo de paso de semana santa, en el que casi nadie fue capaz de leer el partido y gestionarlo como era menester.
Quique Sánchez Flores puede seguir presumiendo de no haber perdido nunca, como entrenador, ante la Real. Nos hemos quedado con las ganas de lograr el mejor inicio de competición desde el ascenso a Primera. Lo bueno es que ahora disponemos de dos días de fin de semana para olvidarnos de lo inolvidable. El equipo sigue necesitando prácticas.