El Beaterio de Iñaki de Mujika

La banda es mía

El lateral derecho de la Real Sociedad cuenta con más aspirantes que una oposición de Magisterio. Quien consigue la plaza, lejos de instalarse, tropieza en una piedra. Se caen, se levantan, se lesionan, se recuperan, son titulares, dejan de serlo. Con este sistema necesitan estar como cohetes y volar hacia la meta contraria sin descuidar la propia.

Cuando en la banda izquierda se concentraron De la Bella, Yuri y Héctor, el club entendió que sobraba uno y prescindió del más veterano. Sin embargo, eso no sucedió en la contraria, ya que, además de Carlos Martínez y Zaldua, había ganado plaza el beasaindarra Aritz Elustondo. Tres, aunque en el caso de este último se argumentara su capacidad de ubicarse en el centro de la defensa como anoche. Contado así, podría valer.

Ayer en Málaga faltaron los dos primeros, el tercero se ubicó como marca por dentro y Álvaro Odriozola fue convocado entre los 19 de Eusebio para viajar a Málaga y ser titular. Cumplió como un jabato, se dejó el alma y no cometió errores que le señalaran. Buen debut saldado con victoria. No lo olvidará nunca. Esa decisión de convocarle afectó al filial. Ello conllevó que Iosu Ibarbia jugara con el Sanse en la victoria de Albacete. Seguro que el de Ibarra mira de reojo por si le salpica.

Al entrenador le gustaría que alguien dijera “la banda es mía” y se acabara este batiburrillo de partidos y lesiones cuya trascendencia se me escapa, pero la enfermería cuenta con demasiados inquilinos como para no preocuparse. Por eso preservó a Illarra (ausente el domingo ante el Celta por sanción) y sentó a Zurutuza a la hora de juego, porque unos y otros andan entre guatas. Se decidió por Juanmi antes que por Canales, entre otras cosas porque el malagueño jugaba en terreno conquistado.

Como, además, quienes ponen los horarios y eligen día y noche para disputar partidos no simpatizan con las tesis blanquiazules, aquí nos vemos a las once de la noche de un lunes, escribiendo un beaterio, para que hoy, a los efectos, sea como un viernes, antevíspera del encuentro de Copa ante el Barça. Y cuando aquel partido concluya volverá a ser viernes para medirnos dos días después al Celta y así sucesivamente hasta que todos reventemos. Nos obligan a decidir si vamos al fútbol o nos juntamos a cenar como manda la tradición.

Se producen auténticos desafueros. El domingo, mientras se disputaba el Sevilla-Real Madrid que amontonaba morbo a raudales, a la misma hora, dos pobres equipos de Segunda medían sus fuerzas. Girona y Córdoba, en la disputa de tres puntos cruciales para sus objetivos, desplegaban sus armas sobre el césped de Montilivi ante la mirada atenta de los sufridores que decidieron acudir al estadio para dar un poco de calor a los suyos. ¡Traca!

Cuando no encuentro respuestas razonables a esto que considero una barbaridad, busco en la historia pasada momentos en los que disfrutaba más. Tiro del viejo álbum de cromos y trato de encontrar al Málaga de entonces. Contaban los andaluces con un futbolista que apasionaba, Viberti, un tanque formidable para el puesto de ancla. Era el tiempo de Américo, un portero con bigote, de Wanderlei, un killer que se hinchaba a meter goles.

Otros nombres de entonces: Pons, Conejo o Sebastián Fleitas, que años más tarde ficharía por el Real Madrid y que estuvo casado con una hija de los actores Mabel Karr y Fernando Rey. Entonces, apenas había partidos televisados. Nos conformábamos con la radio, los periódicos y los cromos. Era suficiente para hacerse una composición de lugar, probablemente más fidedigna que la actual.

Aquel Málaga contaba con más pálpito que el que vimos ayer, poco personal y sin sello de identidad. Nunca pareció que pudiera sorprender por juego a la Real. Todo lo contrario. Solo en una acción de balón parado o en un error realista sus opciones de éxito podían aparecer.

Faltaba marcar gol. Se llegaba sí, pero sin acierto ante la meta de Kameni. La fortuna sonrió en la falta que Iñigo subió al marcador. A partir de ahí, las cosas se gestionaron mejor y con el tanto de Juanmi se firmó la sentencia de un partido que no fue bueno pero que certifica el camino y la quinta posición en el campeonato. Ahora llegan dos gallos que cacarean, pero si alguien se atreve a decir que esta banda es mía, seguro que el equipo y sus seguidores disfrutan como se desea.

Iñaki de Mujika