El Beaterio de Iñaki de Mujika

¡Que vienen, que vienen!

La última experiencia europea en la Champions debió enseñarnos que lo más importante, por encima de los resultados, es gestionar las distintas competiciones en las que estás embarcado. A esta hora, Liga y Europa League. Mucho arroz para un novillero. Si nos perdemos en ferias y fiestas y no relativizamos bien los momentos, corremos el enorme riesgo de confundirnos . Este mes que nos ocupa es muy exigente. Ni el calendario, ni el reparto de rivales, ni las horas en las que se compite favorecen cualquier gestión razonable. Es lo que hay.

Los viajes europeos siempre aportan encanto y sorpresas. Estuve en Noruega hace muchos años, concretamente en Stavanger con motivo de una eliminatoria continental del Bidasoa. En este tipo de desplazamientos siempre pasan cosas. La expedición se sabe cuándo sale, pero nunca cuándo llega. Aquella expedición hacía escala en Londres. Se aterrizaba en un aeropuerto (Heathrow) y se despegaba de otro (Gatwick). El trayecto entre ambos se hacía en autocar. El atasco de coches era monumental y todo se complicó.

El avión escandinavo esperó lo que pudo, pero despegó poco antes de que llegásemos al finger de embarque. Eran las seis de la tarde más o menos y no había ningún otro vuelo hasta la mañana siguiente. Total, que la expedición al completo pernoctó en un hotel cercano, rompiendo planes y previsiones. Algún colega de la prensa escrita que había dejado hecha la previa debió corregir a toda pastilla la información, porque llegar, lo que se dice llegar, no había sucedido. Ya en las habitaciones, no quedaba otra que zapear en la televisión y elegir canales. Había unos cuantos en los que se emitía mandanga y jarabe de palo. Aquellas películas no eran gratis y se pasó por caja. ¡Y hasta ahí puedo leer!

Llegados a Noruega, todo fue como muy deprisa. Día de partido. Paseo por el centro, calles peatonales (Gàgate) y la sensación de estar en un país con calma en el que a las cinco de la tarde era noche cerrada y no había un alma en las aceras. Han pasado 20 años y nos dieron un meneíto en toda regla. Después de cenar y esas cosas, pasamos al salón del hotel. A tomarnos una copa. Supongo que pelotazos. Supongo, no. Seguro. De una estantería colgaban, boca abajo, las botellas de ginebra, vodka o ron, con unos dispensadores que medían la cantidad de moñoño.

La medida era infantil y la dosis de alcohol por copa cabía perfectamente en un dedal. Insistimos en que fueran un poco más generosos, raciones vascas, pero el camarero se negaba en rotundo. El precio de la copa, repito que hace 20 años, era escandaloso. ¡Por lo caro! Aprendí también, entonces, que los noruegos desayunan sin desmayo. Aquel buffet estaba de fotografía. Si hubiéramos dispuesto de móviles o cámaras digitales, os daría envidia a través de las redes sociales colgando instantáneas y afilando dientes.

Recuerdo un queso marrón, un montón de boles con distintas mermeladas, salmón, bacalao, embutidos, carne de ciervo y alce, panes y galletas a lo loco, verduras, frutos secos, ensaladas, una exhibición de poderío en toda regla. Con aquella ingesta acumulamos calorías para dos trimestres. Creo que fue lo mejor de aquel viaje. Os lo cuento para que cuando toque Trondhein os vayáis situando.

En medio de ese paisaje existe una cultura deportiva imponente. El Rosenborg es un ejemplo de ella. Fieles a una filosofía en la que predomina el componente autóctono y escandinavo, no cierran los ojos a reforzarse, por ejemplo, con un chico moreno de Nigeria, que atiende por Adegbenro, 21 años, y que destaca por su capacidad de remate y porque semeja una isla en medio de tanto rubicundo. Lo traspasarán si mantiene la progresión y las sigue enchufando como hasta ahora.

Pasado el trance del debut en esta competición, toca volver a lo doméstico. Dos días para afrontar otro Everest. Por mucho que falten Cristiano, Benzema o Marcelo, siguen siendo un equipo con muchos recursos que nos va a exigir redoblar esfuerzos. ¡Que vienen, que vienen!. Entiendo que debemos aparcar cuanto antes el debut de anoche. Como decía, Javi de Pedro, camarón que se duerme se lo lleva la corriente.

Los de Eusebio salieron enchufados y volvieron a perforar la puerta contraria con velocidad inusitada, Otra vez goles tempraneros, dos de ellos de Diego Llorente. Cabe hacerse una pregunta ¿Cuántos centrales marcan tres tantos en dos partidos seguidos? Por comentar. Brillante el cabezazo de Zurutuza y las mil y una jugadas que amargaron la tarde de Hansen. El míster rotó y de esa idea surgieron los debuts de Bautista y Zubeldia, el gran partido de los laterales y la sensación de que, como esto siga así, los rivales van a decir también: ¡Que vienen, que vienen!

Iñaki de Mujika