El Beaterio de Iñaki de Mujika

Un sarpullido

Nunca he negado que Markel Bergara es un futbolista al que aprecio y valoro, primero como persona y luego como deportista. Llevo muchos años en esta historia como para distinguir la paja del grano y elegir para la larga travesía individuos que merecen la pena. No voy a discutir sus capacidades como jugador, porque de eso se encargan otros, pero os aseguro que verle con otra camiseta me produce un sarpullido.

Le conozco desde hace muchos años, sobre todo desde que salió cedido a Canarias para defender la camiseta del Vecindario. Era una experiencia nueva para él. Vivía solo. Hablábamos por las noches, porque la diferencia horaria nos venía mejor para las entrevistas del programa que entonces hacía. Nos reíamos mucho cuando comentábamos cómo era la vida de un soltero, perdido por el mundo, nada experto en las artes culinarias. Era un chaval emergente, internacional en todas las categorías jóvenes de la selección española. Lo tenía todo para asentarse en el primer equipo. Sobre todo, ilusión.

Nadie le regaló nunca nada. Es más. Hubo entrenadores de infausto recuerdo que no le respetaron. Tampoco las lesiones le ayudaron mucho en algún momento del camino. Jamás una palabra más alta que la otra. Jamás una reivindicación y siempre una sonrisa. Es imposible, aunque le duela el alma y lleve dentro cinco desfiles procesionales, no verle con la cara alegre. Todos le quieren.

He aprendido de él muchas cosas. El club, el nombre de la entidad, por encima de todo. Le tocó vivir la travesía de Segunda División, comiéndose los marrones como el resto de sus compañeros. Es uno de los que sujetó la nave en mitad de la zozobra. Con demasiada frecuencia se pierde la memoria y el reconocimiento de los esfuerzos y los enormes sacrificios. Todo se diluye con la misma facilidad que el agua entre los dedos.

No puedo con la crudeza de las decisiones frías que no valoran la pesada carga de la mochila de los compromisos. ¡Búscate la vida! Esa es la frase redonda, con su punto de crueldad, que acompaña y pone fin a muchas trayectorias. Markel la encontró en Getafe, el equipo que le acepta como es. Bordalás le concede la confianza y le otorga galones en el centro del campo. Titular indiscutible y referente en el juego de los madrileños. Disfruta y me alegro, porque merece ser feliz. Ayer se echó el equipo a la espalda, gobernó como los coroneles y la mejor parada de Rulli se produjo por un remate del jugador que seguro ayer pensó mucho en los del otro lado.

Obviamente, si en mis manos hubiera estado la decisión, Markel seguía con el 5 a la espalda en el equipo de toda su vida, al que ama sin postureos. Andamos con el centro del campo, como La Tacones, la que rompe corazones. Era previsible que nos sucediera, porque con tres competiciones al hombro, se paga factura. Y menos mal que Xabi Prieto aguanta como un machote, porque, si no fuera así, a estas horas rondábamos el cataclismo.

Por eso, creo humildemente, y sin ánimo de molestar, que Markel debería haberse quedado en la orilla de este lado. Lo que no quiere decir que no valore la oportunidad concedida a Igor Zubeldia. El azkoitiarra nos ha permitido descubrir a un futbolista de raza, de los que me gustan, de los nuestros de siempre, al que le está tocando demasiadas veces con las más feas del baile semanal.

En Getafe no fuimos consistentes en la sala de máquinas donde se asume el mando. Se pone todo de cara con un gol espléndido en la conexión Januzaj-Oyarzabal, dispones de ocasiones para matar el partido al contraataque, pero tiras el botín en trece minutos, cuando el contrario plantea un encuentro de guerra de guerrillas para las que no hay respuesta ni por asomo. El Getafe ganó por redaños.

Si pierdes la tensión dejas de ser tú, y en el Coliseum la perdimos (y de qué manera) en los momentos decisivos. Encajamos dos nuevos goles y seguimos a la espera de la fortaleza y agresividad anunciadas. Sé que es muy fácil ser ventajista cuando se pierde, pero esto es algo que se repite muchas veces, que se ve venir, porque nos siguen faltando jugadores con alma cuando se les necesita. Por eso, lo del sarpullido, el que aflora cada vez que adolecemos de esos futbolistas con alma y pálpito en los minutos de máxima exigencia. No sé qué pinta Markel en Getafe. En el horizonte, dos partidos que el equipo necesita ganar. El europeo y el derbi contra el Eibar se convierten en nuevas oportunidades de recuperar futbolistas y con ellos el punto necesario de consistencia que ayer nos faltó. Si eso no sucede, los granos nos picarán aún más.

Iñaki de Mujika