Podría copiar el artículo de hace una semana y no se notaría. El encuentro de Salzburgo se pareció mucho al de Anoeta aunque con final menos agradable, porque los locales ganaron y se meten en el sorteo de hoy. Estamos eliminados y nos quedamos sin opciones de hacer historia. Me sorprendían tantas euforias previas, porque en el primer partido parecieron un buen equipo y ayer no cambiaron mi opinión. El rombo del medio del campo volvió a ser una pesadilla y ese rubio de apellido Schlager se multiplicó por mil. ¡Qué máquina!
Eusebio no sacó más atacantes porque no le quedaban o porque no había sitio para más. En ese sentido cabía intuir un encuentro de intercambio de golpes. Marco Rose prácticamente repitió el equipo de Anoeta salvo el cambio forzoso del central sancionado. Onguene fue el elegido. En cambio, el entrenador realista solo eligió a cuatro de los titulares de hace una semana. ¡A quemar las naves!
Volvimos a encajar pronto un gol. Nos la guindan, centro y remate, A remar contra una corriente nada fácil. A balón parado se niveló la contienda a la espera de un segundo tiempo mejor en el que poder rematar la faena. Todo lo contrario. El equipo se diluyó y todo lo malo le pasó en poco tiempo. Supongo que el cambio de Alberto de la Bella fue por obligación. Luego, en un minuto fatídico, expulsión de Navas al que otro peleas de nombre Hee Chan Wang le tocó las albardas. ¡Qué bueno el coreano! Más tarde un penalti y la lesión de Rulli para que no faltase de nada. Con diez y el marcador en contra todo fue imposible.
Y todo esto ante los ojos congelados de dos mil aficionados que se liaron la manta a la cabeza y dijeron “Allá vamos”. Hace años esto era impensable en Europa. No había más expedición que la oficial y en aquel avión que nos llevaba y traía viajaba todo el capital humano que daba calor (nunca mejor dicho con la rasca de ayer) a un equipo que defendía, y defiende, la camiseta con orgullo. Ahora sale el avión mediático además de coches, trenes, autobuses y otros vuelos para mover a tanto seguidor. ¡Qué grande!
Ves a la gente joven, arañando huchas y ahorrillos para no perderse el momento. Orgullosa a machamartillo, fiel hasta decir basta. Están también los mayores, con más recursos. Se animan también a vivir una experiencia llena de aventuras que contar a la vuelta. Ahora se mezcla, en una maravillosa aleación, turismo y deporte. Os parecerá cursi, pero buena parte de la mañana de ayer la pasé trabajando en el ordenador, preparando el partido, con música de Mozart como fondo y sintonía. Trataba de sintonizar con la gente en la distancia e imaginarme los paseos, los museos, las cervecerías el paisaje y la personalidad que dan sentido a una ciudad como Salzburgo y sus habitantes. Desde el pasado viernes hasta ayer mismo, las redes sociales se encargaban de colgar fotos y más fotos de seguidores que ya estaban prestos y dispuestos para vivir una nueva experiencia de la historia de este club. Más allá de las victorias o de las derrotas, cada momento queda para siempre. Dentro de unos años, se hablará del partido de anoche y del siguiente y del siguiente. Muchos de los realzales podrán decir en alto “yo estuve allí”, aunque sea por el regusto amargo de la derrota y la eliminación del torneo.
Unos viajaron por Munich, otros por Viena, otros por los sitios más inverosímiles. Muchas veces se trata de llegar del modo más barato posible. Siempre crees que se puede vivir un momento mágico. Es fácil acordarse de Gijón, Zaragoza, Vigo, Cádiz, Manchester y Salzburgo lugares que llamaban a conquistas. Unas más trascendentes que otras. He escrito muchas veces que sin las personas que creen en el equipo, y lo defienden incluso cuando es casi imposible, nunca podremos hablar de grandeza. Si falta el elemento humano, el soporte, la base sólida de la columna, el edificio será inseguro por mucho que gastemos en cemento.
Por eso, siento la derrota. Viajas con toda la ilusión del mundo y te quedas frío como un témpano, porque ves que todo se acaba y que las expectativas dejan de existir y que ahora solo te queda un objetivo. Ganar partidos en la liga y tratar de acabar del mejor modo posible. Se esperaba una cosa y vivimos otra. En el horizonte dos salidas a Mestalla y Sevilla, esta entre semana, para luego recibir al Alavés. No cabe lamentarse mucho tiempo por la eliminación de ayer, porque tristemente nada va a cambiar. No queda otra que ponerse buenas pilas y afrontar los retos, aunque a estas horas vivamos sumidos en una rotunda decepción. Sin paliativos.