Esto de comenzar a escribir a las cuatro de la tarde se hace raro de narices. Llevo muchos años en este guirigay de partidos, viajes, crónicas y demás. No recuerdo nunca haber disputado un encuentro a las dos, que es una hora para todo menos para jugar al fútbol. Como siempre hay una primera vez, traté de organizar el día desde la rareza. Desayuné como un coronel al poco de levantarme, pensando en no comer antes del partido. Madrugo bastante y con lo que almacené a eso de las siete de la mañana no fue suficiente.
Decidí entonces llevarme al sofá un platito de melón con jamón, una ensalada de aguacate, una ración de compota con canela en rama (la bordo) y un dulce de chocolate (bueno, dos).Monté un mantelito en la mesa pequeña y tan ricamente a ver la primera parte. Gloria bendita, aunque me supo a poco el resultado. Tenía miedo adormirme a esa hora, como suele sucederme con las carreras ciclistas. Tanto en ese tiempo como en el siguiente se fallaron un montón de contraataques que debieron subir al marcador y así a la parroquia no se le atraganta nada. Cuestión a mejorar. Las jugadas de los dos primeros goles son un placer y el comportamiento coral del equipo también. Solidez atrás, fortaleza en la media, peligro en la vanguardia. Ellos fundidos después del partido del jueves. La competición europea encanta, pero agota. Es bueno aprovechar los partidos con equipos que compiten en el continente y enfrentarte a ellos justo después. Le pasó al Barça, le pasó al Atlético de Madrid y les pudo pasar a Sevilla y Real Madrid, pero como se enfrentaban entre ellos?
Mientras veía al Barça no dar una en Los Cármenes, me acordé de un garajista al que visité, por obligación, con motivo de la final de Copa de las chicas en Granada. Iba a transmitir el encuentro. Reservé una habitación en un hotel cercano al campo. Viajé encoche porque hace tiempo que paso de aviones. Buscando la dirección del hotel, un poco perdido por culpa de los maps y esas cosas, un camión de bomberos venía zumbando por detrás haciendo sonar todas las bocinas, sirenas y campanas. Tuve que echarme a la derecha, medio subirme a una acera para que pasara, con tan mala fortuna que me pilló de refilón la rueda derecha y cascó de lo lindo. Inservible.
No llegué al hotel para cuando quise. A la amable señorita de recepción le expliqué lo sucedido. Le pregunté si conocía algún garaje que pudiera arreglar la rueda. “Sí, aquí cerca hay uno”. Respiré. Llamé al garaje, pero iban a cerrar y quedamos a las ocho de la mañana del día siguiente. A esa hora en punto estaba allí. Vio la rueda, puso cara rara y me comentó que de ese modelo no tenían. Al final, debí cambiar las dos delanteras. Puedo asegurar que el mundo de las ruedas de coches es como un tratado de metafísica.
Neumáticos El Palacio, por si necesitáis sus servicios alguna vez en la capital nazarí. El señor muy amable era futbolero. Dudaba del ascenso a Primera. Le animé y le dije que estaba convencido. Hasta tal punto que prometí visitarle cuando la Real juegue en frente de su negocio. El sábado, en el repaso al Barça, le recordé imaginando su felicidad.
Como la de tantos realistas al ver ganar a su equipo en Cornellà. Un amigo (Beñat) hizo lo mismo en su casa. Se situó delante de la tele con una lasaña y una botella de sidra. Pasó la foto al grupo de Instagram, comentando que el equipo estaba jugando muy bien. No le corregí una sola línea, pero le añadí que esperaba no cometieran un estropicio. ¡Les conocemos tanto!
El segundo tiempo no fue el paseo militar del primero y las cosas costaban bastante más. Con la jugada desafortunada del gol catalán recordé pasados episodios que no concluían bien. Finalmente, cuando Isak marcó el tercero agarré la botella de orujo de café y casi llené el vaso del chupito. Como el sábado había sido el cumpleaños del delantero sueco deduje que los regalos se los hace él y los comparte. Así que Alex, feliz cumpleaños (Grattis på födelsedagen) y disfruta de lo que haces y del cariño de l agente. Contado así , ¿a qué queda muy moñoño?
Estamos en una liga en la que cualquiera puede ganar a cualquiera. Mantener una línea de regularidad noes fácil. Por eso, las buenas rachas hay que estirarlas lo más que se pueda. La Real está en una de ellas. Toca pasarlo bien. No sé por cuanto tiempo. Estamos en semana de tres partidos y es el turno de las rotaciones y esas cosas que tan mal hemos gestionado durante tantos años. Sería formidable romper con esa tendencia que nos persigue desde hace quinquenios. El jueves llega el Alavés y el fin de semana visita al Sevilla de Lopetegi. Imanol decidirá lo mejor para el equipo. Del mismo modo que sentó a Januzaj y devolvió a Willian José a la titularidad. El brasileño no marcaba dos tantos en un partido desde aquella goleada europea, hace dos cursos, ante el Vardar, cuando firmó cuatro caracoles. Y del belga no escribo nada, pero será bueno que recuerde que para alcanzar la próxima Eurocopa será conveniente para él jugar y, además, bien.