Edu Alonso (Bilbao, 30 de mayo 1974), la banda derecha de un buen equipo de fútbol, decidió poner fin a su carrera deportiva, colgando las botas de fútbol en el club donde pasó los últimos años de su actividad, el Deportivo Alavés.
No se retira pisando hierba, sino rescindiendo el contrato en los despachos. Le hubiese gustado lo contrario. Las cosas no han sido fáciles para él en una entidad convulsa por las situaciones. Seis temporadas en el cuadro albiazul. Los últimos, atormentado por la gestión Piterman, la conversión a nuevas realidades y la derivación a la Ley Concursal en la que el club se encuentra inmerso.
En medio no han faltado brillantes momentos. Desde sus inicios en el filial del Athletic hasta su debut con la primera plantilla rojiblanca (17 de noviembre de 1996), se advirtió la presencia de un futbolista capaz de ocupar con acierto cualquiera de los puestos del flanco derecho, tanto en ataque como en defensa, el puesto específico en el que concluye su carrera.
Los pasos previos a la llegada a Vitoria le condujeron a los vestuarios del Éibar, Salamanca y Unión Deportiva Las Palmas. En ellos rindió como el futbolista de talla que es. La velocidad en la llegada, el regate y la calidad de sus centros ofrecieron siempre la imagen de un futbolista de rendimiento. Su ilusión, comentada muchas veces, de jugar en la Real Sociedad no pudo consumarse, pese a que en algún momento las posturas se acercaron.
Le conozco desde hace años. Jamás le vi enfadado con nadie. En su despedida, se reflejaron muchas de las virtudes que corresponden a su calidad como persona: "Quiero agradecer al club vitoriano el hecho de haberme dado la oportunidad de defender sus colores durante seis temporadas, ya que he podido vivir momentos bonitos e inolvidables para mí, como una competición europea (Copa de la UEFA) o vivir un ascenso a la Primera División". Ni una sola mala palabra, ni un mal gesto, pese a vivir momentos duros y desesperantes.
En el tramo final de su carrera las lesiones musculares se cebaron en él y su rendimiento no pudo ser el deseado. Sin embargo, no se marcha arrastrado por las circunstancias: "Me voy de Vitoria con la cabeza bien alta y no por la puerta de atrás".
A veces, las trayectorias de los deportistas se valoran más desde los logros, los resultados, las cifras, y no tanto por la capacidad del jugador respecto de aglutinar vestuarios, de ayudar a sus compañeros, solidarizándose con los proyectos colectivos e individuales. Todo le ha servido para contar con el reconocimiento de muchas personas dentro y fuera del terreno de juego. Ese valor, aunque no esté en alza, perdura.