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El paraguas de Granada

El amor de un padre a su hijo es algo grande. Si éste es un niño y se encuentra gravemente enfermo, su progenitor hará lo imposible para salvarle. Contado así, nos situamos en el escenario del Granada, el equipo de fútbol de Primera División en cuyas filas milita el portugués Martins.


Está viviendo un calvario porque su hijo necesita un trasplante de médula. Lo ha dicho a los cuatro vientos pidiendo ayuda y espera que alguien llegue al rescate de Gustavo que así se llama. Lo supimos todos en el partido que en Los Cármenes disputaba su equipo frente al Mallorca- Martins consiguió un gol levantó su camiseta de franjas blanquirrojas y enseñó otra pegada a su corazón con el nombre del chaval. La emoción le pudo y no fue capaz de contener sus lágrimas.

En medio de las vivencias y en el fragor de la contienda, un menor de edad lanzó (o eso parece) un paraguas desde la grada que fue a impactar en el pómulo de uno de los auxiliares del árbitro aragonés Clos Gómez. El colegiado dio orden de retirada a los vestuarios y decidió poco después suspender el partido cuya resolución final decidirá el Comité de Competición.

He querido poner en la balanza dos sucesos que nada tienen que ver uno con el otro, pero que ocurren en el mismo escenario en un corto margen de tiempo. La grada que mostraba su apoyo al jugador afectado por la situación personal asistía atónita a la otra respuesta- En principio se suponía que incivilizada e incomprensible con un manifiesto problema de educación y cultura en un chico que vive en un centro de menores. Las horas posteriores hablan de accidente y no de quien quiso tomarse la justicia por su mano. Sus responsables dicen que está disgustadisimo.

En medio de la excitación del partido, Martins realizó una fuerte entrada que el árbitro sancionó con amonestación. Luego llegó del cielo u paraguas que abrió una brecha en el pómulo del asistente Javier Rodríguez Aguilar. El partido iba por un camino y terminó en otro. Entre el dulce y el amargo.

 

 

Iñaki de Mujika