Real Sociedad 2-1 RCD Espanyol |
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Jornada 34 Liga – 20/04/2014 |
Estos días en los que algunos humanos no nos hemos movido del territorio puedes tirarte en un sofá, coger el mando y zapear hasta aburrirte. Todos los años se repiten las mismas películas, los mismos actos religiosos y se calca prácticamente la programación del curso anterior. Entre los filmes que se proyectan hay uno que destaca por encima de los demás: Ben-Hur.
Quien más quien menos ha visto la película un montón de veces y sabe de memoria cómo concluye. En el camino, sin embargo, existen perlas valiosas, textos que te permiten reflexionar. En un momento dice el protagonista: “Ahí están mis magníficos caballos. Sólo necesitan un auriga que los dirija con el halago, no con el látigo”.
Inmediatamente se me ocurrió un paralelismo con los entrenadores de cualquier disciplina. En este caso, el fútbol en concreto. ¿Qué es mejor?. ¿Un técnico que les sepa llevar, sin tirones, atendiendo a las reales situaciones que cada futbolista vive, o aquél que decide sacudir badana pasando por encima de los momentos y de las capacidades de cada jugador? Blandos, duros. Eterno debate.
En la carrera de cuádrigas sabemos de sobra el final, pero las emociones están a flor de piel. El camino hacia la victoria es confuso e incierto, aparecen los rivales con todas sus armas, pero el ganador aguanta las embestidas, sobrevive a las situaciones imposibles y con una actitud determinante concluye la batalla con victoria.
A falta de mayores noticias, el Consejo de la Real entendió que el miércoles de pasión era un día idóneo para anunciar el secreto a voces que se relacionaba con la renovación del técnico por dos temporadas. En el interim se movieron corrientes contrarias a la continuidad, mientras se supone que la mayoría silenciosa no ve mal la confianza otorgada al técnico que lidera el actual proyecto. No conozco grupo dirigente que apueste por una persona en la que no cree y que además le proponga un contrato bianual, porque entienden que “lo mejor de Arrasate está por llegar”.
Sabemos desde hace muchos años que el técnico de Berriatua siente pasión por la Real y que ha demostrado a lo largo del curso sus condiciones de auriga, aunque a veces haya sido imposible ganar la carrera. Pone por delante la filosofía del plan, la estrategia y los proyectos. Mira a la cantera sin miedo y no le tembló la mano a la hora de ofrecer una oportunidad a Zaldua, Gaztañaga o Sangalli, del mismo modo que ayer con la convocatoria de Pablo Hervías y su posterior debut. Son los retos personales, la pasión del entrenador.
Eso se relaciona con los partidos de cada semana y con los objetivos planteados que ahora apuntan a Europa por el camino menos conflictivo posible. Nos acercamos al final y cada partido suena a decisivo. Sumar por necesidad. La llegada del Espanyol, habitualmente equipo rocoso y poco espectacular, ponía de nuevo a prueba la actual identidad del equipo y los reaños que le quedan para llevar el barco a puerto. Le sopló un viento favorable con el empate del Valencia en Iruña. Eso significaba dejar al equipo ché a nueve puntos, más el gol average, a falta de doce por disputarse. Prácticamente, la sentencia.
Supongo que antes de conocer este resultado Jagoba había decidido la alineación y por supuesto que Rubén Pardo y Canales (no lo hacían juntos desde la victoria ante el Valladolid) fueran dupla desde el comienzo. Ante un equipo “pelma” eran necesarias calidad e imaginación en grandes dosis. El resto, delante y atrás, lo esperado.
Lo esperado también en el devenir del partido, más aún cuando los pericos se adelantaron con el gol de Córdoba, una pesadilla para la defensa. El gol del empate no exento de fortuna significaba volver a empezar. A ráfagas y tratando de encontrar los espacios por los que llevar peligro. ¡Jugar contra equipos que juegan a no jugar es complicado! Ello no significa que no sean capaces de crear peligro, que lo crean. Se montan atrás, te pegan un par de pelotazos largos y si te descuidas te cazan.
Tuvo que ser precisamente su propia medicina la que les llevó a la derrota. Un derechazo espléndido e intencionado de Markel Bergara habilitó un espacio que Vela acertó a aprovechar, justo después de un remate de Colloto que detuvo Bravo. El partido estaba en la prolongación y el tanto era decisivo. La pasión, la otra, se desató en la grada. Tres puntos que a estas alturas de la película son lo único que sirve. Tres puntos que prácticamente confirmar la plaza europea la próxima temporada. Y tres puntos también que quitan de encima la pesada losa de las últimas comparecencias. Como en la resurrección.