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Un trinquete, sin pala ni pelota

Tudela es una ciudad cómoda en la que aparcar no es fácil. Como en tantos otros lugares hay más coches que espacio para ellos. Superado ese problema, déjate llevar. Patea las calles peatonales del centro, escucha a la gente, vete al mercado y verás que se vive sin prisa, que en las terrazas de la plaza los veladores acogen personas que se toman un café, un vino, una copa. Leen tranquilamente los periódicos y se saludan, porque se conocen todos. Luce el sol y las cigüeñas sobrevuelan el espacio, desplegando sus alas de tejado a tejado, o de torre a campanario.


Me esperaba Eneko, sumergido en campañas electorales. Va de "dos" en una lista cuyos votantes le elegirán concejal. Compartimos proyectos mediáticos que nos unían. Descubrí entonces una persona que merecía la pena. Mantenemos la relación aunque no nos podamos ver mucho. Dejé que eligiera todos los destinos y los pasos que íbamos a dar. Rompimos con los sitios tradicionales. En la céntrica calle Trinquete se sitúa un restaurante con el mismo nombre. Vamos a cenar.

Acaban de dar las nueve. Somos los primeros. Una cerveza para hacer boca y unas croquetas de pochas, deferencia de la casa. Carta y recomendaciones del día. Nos dejamos querer y decidimos compartir todo. "Pimientos de cristal con salsa de olivas negras", "Alcachofas salteadas en wook, con escalope de foie fresco", "Colmenillas rellenas de foie sobre salsa de hongo negro". Terminamos, antes de los postres, con un solomillo sobre salsa de hongos y patatas laminadas".

El lugar dispone de una espléndida bodega, incluso de una vinoteca en la que se realizan catas y jornadas de maridaje. Dejé que el vino tampoco fuera de mi elección. "Borsao. Tres picos" de Campo de Borja en botella borgoña sommelier. Muy de color cereza, de muchos sabores, y, al final, largo y bien estructurado en boca. ¡Eneko, pasó el corte!.

En los postres decidimos caminos diferentes. Frente a mí, un milhojas con frutas del que no quedó rastro, del mismo modo que un "Helado de boletus con higos confitados" pasó a mejor vida. Café y una menta poleo. Restaurante lleno, degustación de panes, muy buen servicio y seguridad de repetir en cuanto haya oportunidad.

Queríamos un gin tonic. O más. Despacito, sin prisa, buscamos la calle Herrerías. Pasamos por el AC, hotel ubicado en un antiguo edificio de beneficencia del XVIII.  Llegamos a la peatonal referida para tomarnos la primera copa en "Y punto", estupendo en coctelería. Mala suerte. Cerrado. Desandamos camino. Paramos frente a "Consent2", un pub con nombre de verso de Lorca. Las callejas nos llevan por Pasaje, Mercadal hasta concluir en la Plaza de los Fueros. Nos espera el "Strauss". Y como suele ser costumbre, hasta aquí puedo leer.

 

 

Iñaki de Mujika