Anoche mientras daba gritos y alaridos en medio de la defensa numantina del 1-0, sonaba mi móvil. Llamada de un alto dirigente de nuestro deporte (no era Astiazarán). “Iñaki, estoy en San Juan de Luz, paseando por la Rue Gambetta. ¿A qué no sabes qué tienda estoy viendo?. “Lulú Castagnette”. Colgué de inmediato. Mientras uno está con las coronarias desbocadas, con el pálpito enfebrecido, otros se lo pasan de puturrú paseando por las peatonales de Iparralde. Señor, ¡qué falta de solidaridad en el beaterio!.
Llegué a casa y antes de ponerme a escribir este artículo, periscopeé por internet, tratando de averiguar si la tienda existía, o era coña marinera. Me meto en el google, escribo la castagnette y ¡oh surprise!, la tienda existe. Encima es de trajes de baño. Para niños y niñas, chicos y chicas, madames y mesiés. Pero no anuncian tallas de ballenato, morsa o similares miembros de la familia de los cetáceos, otáridos o fócidos, por lo que los de la amplitud tendrán que buscar en otros pagos. ¡Pena, penita, pena!.
Si tengo que ser sincero, me imaginaba otra cosa. Lulú dejó de ser la infantil niña de los cuentos y castagnette tiene mucha proximidad con castaña. Eso estaba siendo el partido de anoche, con un 0-0 que hablaba de acongojamiento general por donde quiera que mirases. Sigo. Juntar Lulú y castañón sugiere muchas más cosas. No exactamente en la línea de la moda veraniega del prêt à porter, sino en el mundo de las mademoiselles de moral distraída, pilinguis, etairas, aleútridas o pórneas. Con todos mis respetos.
Mark González me dejó rota la garganta. Cómo me gusta su zurda y su convicción de ir a por uvas cuando no hay racimos en la cepa. Soltó otra txupiña y acabó con el cerrojazo, pero abrió el portón del sufrimiento hasta límites insospechados. Afortunadamente, todo terminó bien y si Xabi Prieto no tiene nada grave, mejor. Probablemente, los 24.744 que anoche estuvieron en el estadio estén a estas horas en cualquiera de las gloriosas misas que en un domingo como éste, llamado de resurrección, se estén oficiando para que el beaterio dé las gracias y deje buenas propinas en el cepillo. El sábado, en Villarreal, estaremos un poco más descansados. Gracias.