A veces me reboto por la cantidad de opciones deportivas que el calendario de actividades nos ofrece cada fin de semana. La obligación se llama fútbol y debo transmitir por ello los partidos de la Real. Las devociones son otras. Si el plan cuadrase, estaba sentado en las primera filas de Ipurúa para disfrutar del Arrate–Ciudad Real. Olía a petardazo. Y, en efecto, explotó.
En las manos del Ciudad Real que ya se llevó un susto cuando visitó Pucela y dobló la rodilla. Dos derrotas nada más comenzar el campeonato se antojan mucha rémora para el camino. Cierto es que al Ciudad Real le faltan bastantes jugadores lesionados. Incluso una infección apartó a Stefansson del partido. Demasiado bagaje de ausencias.
El viernes`por la tarde me fui a Durango, al hotel de concentración visitante. Quería hablar con Joseja Hombrados. Poco del partido y mucho de otras cosas. El meta internacional intuía perfectamente el panorama. "Van a defender bien, agresivos. Cuando esto pasa, Iñaki (Malumbres) se crece y se multiplica. Lo vamos a tener muy complicado. Ya verás".
Dicho y hecho. Julián Ruiz dispuso una defensa tremenda y el portero pareció un molino de viento, deteniendo 19 balones y un penalty. El "entradón" en las gradas aportó además un punto más de apoyo a la causa, sobre todo en los momentos decisivos del partido. Sin fuerza, sin convicción, el Ciudad Real no encontró argumentos sólidos para ganar y sucumbió.
El Arrate venía de perderlo todo y no era ésta la opción más fácil para inaugurar el casillero de puntos. Pero los trenes pasan siempre y alguno se coge en marcha. En éste se montaron todos en cuanto el revisor dio el pitido de llegada. Los puntos valen mucho porque cortan una racha peligrosa de derrotas, pero también porque alejan ese nubarrón de dudas que se cernía sobre el equipo. La siguiente estación es Pontevedra y allí ante el Teucro deberán hacer un partido parecido si quieren volver a ganar. Mientras ese momento llega, toca disfrutar de la victoria. Ganar al campeón de Europa no pasa todos los días. El Arrate le retorció allí donde le dolía.